martes, 28 de enero de 2014

TODO UN DESAFÍO. ADOPTAR HERMANOS


Casi todos pensamos que el camino de la paternidad “biológica” es mucho más “fácil”, tan  sólo hay que pensar en el proyecto y llevarlo a cabo, así de sencillo.
Todo quedaría en la  esfera de lo privado o íntimo si no tuviéramos que dar explicaciones a aquellos que, aunque  sean profesionales de la adopción, no dejan de ser unos desconocidos para nosotros. Esto es una realidad. La cuestión es que para nosotros la paternidad es una opción maravillosa.
A nuestro alrededor observamos a familias con niños y nosotros queremos seguir su mismo patrón, tener a un niño o dos en casa, cuidarles, protegerles, darles cariño y vivir las  alegrías así como también asumir las responsabilidades y preocupaciones como cualquier otro padre. Hasta aquí la paternidad es la misma, independientemente de su origen y construcción.
FORMACIÓN:
Poco a poco, a medida que nos adentramos y nos hacemos sabedores de las  características que entraña un proceso de adopción, una vez que hemos solicitado a  nuestra Administración la adopción de un menor o grupo de hermanos, nos dicen que  debemos pasar por un proceso de formación, incluso dos (si es adopción internacional: uno con Bienestar Social y otro  con la Entidad Colaboradora de Adopción Internacional (ECAI)). Al principio la noticia puede que nos resulte difícil de aceptar puesto que, hasta la fecha a nadie se le obliga a pasar por  esta instrucción cuando de forma íntima desea y lleva a cabo un deseo de paternidad natural o consanguínea.
Curiosamente, y a pesar de nuestras reticencias iniciales, empezamos a darnos cuenta  que ese proceso de formación nos ayuda a ubicar el significado de nuestro proyecto de  adopción, así como su envergadura y complejidad y, lo que es más  importante, nos ayuda a reflexionar e interiorizar que una familia adoptiva siempre estará  compuesta por nosotros, que seremos los padres, por los progenitores y su descendencia si la hubiera, y por supuesto por nuestro hijo o hijos.
Los procesos de formación abarcarán este y otros puntos pero, en esta ocasión, nos  centraremos en la “adopción de hermanos”, para ir así descubriendo y reflexionando cuestiones importantes, como es el número de hijos en una familia, y la adaptación e  integración de varios a la vez. Es necesario revisar nuestras expectativas como futuros  padres y formularnos interrogantes como ¿Por qué quiero ser padre? ¿Por qué deseo que  me preasignen un grupo de hermanos? ¿Qué espero? ¿Qué queremos para nuestros hijos?
Ante cualquier expectativa hacia nuestros hijos convendría que nos preguntáramos ¿por  qué yo tengo esta expectativa? ¿dónde la obtuve y qué significa para mí? ¿se basa en mis  necesidades o en la de los niños? ¿qué fines persigue? Todos sabemos que cada hijo es una persona única e irrepetible. En cierta medida nos imaginamos a nuestra prole a través  de un conjunto de filtros que proceden, como todo, del ambiente cultural donde vivamos que  es el que nos dicta los valores, y como consecuencia de ellos nuestras experiencias: si he sido hijo único o de familia numerosa… Quizá quiera repetir modelos y patrones. De nuestras necesidades personales, retos, aspiraciones, status, competencia, soledad, aburrimiento… Todo ello se combina para formar una red de expectativas y estas se  transforman en varas con las que vamos a medir a nuestros hijos o futuros hijos, uno, dos,  tres…
Afortunadamente, en nuestro país, cada vez sabemos un poco más sobre la adopción, tenemos más experiencia, conocemos testimonios, foros, profesionales y  familias que nos ayudan a acercarnos a la realidad de adoptar hermanos.
RIESGOS.
Nuestra experiencia nos dicta que es una empresa arriesgada. Si hacemos el esfuerzo de  aparcar nuestros ideales y centrarnos en la realidad, sabemos que siempre resultará más  complicado que nos preasignen un grupo de hermanos y que este proyecto hará variar el  tiempo de espera. La realidad de los niños adoptables es, al menos en nuestra experiencia,  que un grupo de hermanos no tiene por qué sumar dos niños, como tampoco  que estos serán pequeños, si por pequeños entendemos de cero a dos o tres años: a  veces son varios niños y el mayor tiene una edad que ronda los seis o siete años.
En ocasiones estos niños “no están hermanados” es decir, que aun siendo hermanos no se  conocían. Cuando los hermanos sí que han tenido trato, descubrimos que entre ellos se  ha creado un mecanismo de defensa y protección, como es lógico, donde el mayor de ellos basa su seguridad e importancia en el rol materno o paterno desarrollado ante las  adversidades, que impedirá desde el principio, que nosotros ejerzamos nuestra función de padres con su protegido.
En la formación de estas familias, será necesario enseñarles a tener paciencia, a que  deben asumir el rechazo con valentía puesto que, el mayor, los ve como sus competidores más directos. Requerirá que tengamos grandes dosis de paciencia y energía. En este  contexto demandará con más fuerza ser el único acreedor de nuestro cariño y atenciones y  no querrá compartirlo con los demás, a los que él ya protege desde siempre, y como consecuencia, surgirán disputas y rivalidades con los otros hermanos que al mismo tiempo querrán nuestra atención.
También surgirán serias dificultades cuando queramos “destronar” al hermano mayor que durante tanto tiempo ha cuidado de su hermano o hermanos más pequeños, en el orfanato.
Estas son algunas de las realidades que se deben afrontar en la preparación de las familias que quieren adoptar a un grupo de hermanos y que muchas veces las razones que aducen  son, principalmente, ahorrarse una segunda adopción, un segundo viaje en el caso de adopción internacional y otro tiempo de espera.
Se necesita más tiempo en la preparación, más reflexión, más madurez, fortaleza,  experiencia en el trato con niños, para dar importancia a lo verdaderamente importante, saber tirar balones fuera, no desanimarse, trabajar codo con codo con la pareja, para unir  fuerzas, y ganarse día a día la confianza de cada niño, con la demostración de amor generoso y desinteresado.
No ocurre lo mismo si la adopción es de mellizos o en niños de corta edad. Estas adopciones tienen matices que facilitan la adaptación tanto de los padres como de los niños.
Todos no valemos para lo mismo, eso hay que hacérselo ver para que sus expectativas no se centren en varios niños sin haber medido sus fuerzas y los inconvenientes.
Podemos dar testimonio de éxito en un número mayor de familias con dos hijos, adoptados en dos momentos distintos y con un intervalo de tiempo de más de un año, que cuando ha sido una adopción simultánea de dos hermanos.
Con esto no queremos decir que se deba huir de estas adopciones, al contrario, es gratificante encontrar familias que harán posible que esos hermanos vivan su vida juntos.


Fuente: Revista Niños de Hoy


1 comentario:

  1. Gracias por compartir, estábamos valorando la opción de si un hijo o grupo de hermanos, pero como primerizos y novatos en el tema, hemos pensado seriamente en darle mejor calidad de vida a uno solo de momento y darnos el chance de comprender esta nueva etapa de la vida , ya que debemos reacomodar nuestra casa de pareja a una casa de familia, de nuevas responsabilidades, y retos... ya que estos niños vienen de hogares disfuncionales y se preguntarán porqué fueron abandonados... ahi es donde viene la parte de abrir los brazos, corazones e inteligencia emocional para afrontar el reto de hacerlo feliz y que acepte paulatinamente la idea sin atormentarse, ya que seremos papás chineadores :)
    Muy buen artículo, Gracias!!

    ResponderEliminar