domingo, 15 de diciembre de 2013

LA FAMILIA ADOPTIVA

Cuando se emprende el viaje hacia la paternidad adoptiva surgen dudas, preguntas, temores y cierta tensión entre la familia soñada y la familia posible. A menudo, los futuros padres cargan con años de intentos para lograr un embarazo que nunca llega; se agobian, se colman de incertidumbres y, tras el cocktail de esperanzas fallidas y el tiempo que pasan preocupándose por conseguir ese embarazo que ansían desesperadamente, sufren.
Sin embargo, la paternidad no se agota en los hechos biológicos de fecundación y gestación. María Adela Mondelli bien lo sabe. Esta psicoanalista argentina, investigadora de las consecuencias que el medio social, familiar y relacional trae para las personas, es madre por la vía adoptiva y ostenta una larga trayectoria de trabajo y reflexión en el ámbito de la adopción.
La constitución de la familia adoptiva.

Ser mamá, papá o hijo e hija adoptivos es esencialmente diferente a ser mamá, papá o hijo biológico. Esencialmente, en su esencia, diferente
Cualquier analogía que pretendiera hacerse entre una y otra nos llevaría a la incomprensión de lo que es una función en la vida de un niño o una niña. Por eso es muy complicado pensar la familia adoptiva desde el paradigma de la familia como efecto de la biología”.
– La crianza de los hijos tiene que ver con el entorno y no con los genes, como se suele creer; ¿esto es así?
– Sí, la maternidad y la paternidad son funciones sociales en relación con las necesidades de protección y amor hacia un niño o niña, que ninguna relación tienen ni con la biología, ni con el género ni con el número de quienes las ejercen. Esto, a los primero que nos cuesta comprenderlo es las madres y padres adoptivos, porque también venimos del mismo paradigma cultural.
– Explicarías, entonces, a la familia como hecho social y no como hecho biológico.
– Claro, eso que se considera viene dado por la biología, en nuestras familias es una construcción eminentemente subjetiva, un forzamiento subjetivo y subjetivante. Nosotro/as producimos madre, padre, hijo, hija, abuelo, tía… producimos familia donde no la había. A nuestras familias no las gestamos, de nuestras familias no nos apropiamos, a nuestra familia la construimos junto a nuestros hijos e hijas.
– Se me ocurre la imagen de una producción del hijo desde el deseo, desde el amor y los brazos…
– Efectivamente, una producción impulsada por nuestro deseo de parentar y por la necesidad de los niños y niñas de cuidado, protección y amor, ciertamente, pero esencialmente es una producción impulsada por deseos que debieron cotejarse para su realización con la realidad y dentro de ella, confrontarse con La Ley. Con la realidad del abandono, y con la realidad de la renuncia al hijo biológico por imposibilidad o por decisión, lo que no la cambia. Con una realidad que no es la de la reproducción asistida, o el donante de óvulos o semen que “vende” la ilusión de lo biológico como “lo igual”… no…
– Para ir cerrando este intento de definir a la familia por vía adoptiva, ¿cómo podrías explicarnos hoy su constitución?
– Las familias adoptivas nos constituimos sobre dos duelos: el del abandono originario y real en el niño o niña y el de la renuncia a la parentalidad biológica de adultos varones y mujeres. Pero se sostiene desde el entramado del encuentro de dos deseos: el del niño o la niña por vivir y el del adulto por prohijarlo. La dimensión ética de este encuentro demanda respeto desde lo comunitario, lo social y lo legal.


Fuente: bebesymas.com, publicado en adopty.com

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