miércoles, 30 de octubre de 2013

Familias de acogida

 Mil menores sevillanos viven actualmente alejados de sus padres por recomendación de la Junta La mayoría de los acogedores son parientes de los niños.


La vida de Natalia Utrera cambió a finales del pasado mes de enero cuando en su hogar recibieron a un niño de 7 años que permanecerá con ella y su marido hasta que cumpla los 18. Aunque llevan poco más de nueve meses con él, considera que el proceso de acogida ha merecido la pena por la satisfacción que ha supuesto para la familia. La alegría de este matrimonio es similar a la de muchas parejas que han optado por acoger a un menor, proceso tutelado por la Junta. En lo que va de año en la provincia de Sevilla el número de familias de acogida se ha elevado a 784, según los datos aportados por la Fundación Márgenes y Vínculos -una de las organizaciones encargadas de tramitar dicho procedimiento- durante el XII Encuentro de Familias Acogedoras de Sevilla y Cádiz que se celebró ayer en el Parque del Alamillo. Esta cita ha contado con la participación de más de 500 asistentes. 

El número de menores sevillanos que se encuentran en esta situación actualmente es de 977, de los cuales 777 están acogidos por personas con las que guardan alguna relación sanguínea -lo que se conoce como familia extensa- y 200 por las denominadas ajenas, es decir, que no tienen ningún parentesco. Del primer tipo de familia se contabilizan en la provincia 628, mientras que del segundo, 156. 

Natalia Utrera pertenece a este último grupo. Ella y su marido se plantearon dicha opción después de ver un cartel en el que se informaba de la necesidad que tenían muchos niños de crecer en el seno de un hogar "normalizado". "Fue entonces cuando pensé que al disfrutar de una estructura familiar estable podíamos acoger a un niño, por lo que empezamos a gestionarlo", explica esta mujer que a sus 37 años confiesa que en casa "ha ido todo a mejor desde que llegó el pequeño". Su integración no produjo "ningún choque", al revés: "Desde el primer momento nos sintió como su familia". 

En este tiempo Natalia Utrera ha querido que el menor mantenga el contacto con su hermano Manuel, de 20 años. "Él vivía con mi padre. Yo lo hacía con mi madre, pero a pesar de residir en casas distintas he sido su mayor apoyo. Lo mejor que le podía pasar es que se fuera con esta familia", asegura este joven quien mantiene una relación bastante fluida con los acogedores del pequeño. 

El vínculo entre la familia de acogida y la biológica también lo guardan Rosa Mena y Eva Márquez con Alejandro Martínez, padre de la niña que convive con ellas desde hace cuatro años. "Mantener el lazo afectivo con sus parientes biológicos es muy importante, de ahí que se vean cada 15 días. No se les puede negar este vínculo", añade Rosa Mena. Ella y su pareja estuvieron una semana visitando a la menor en un centro social de la Junta en lo que se denomina "fase de acoplamiento". Pese al contexto desfavorable del que procedía la pequeña, en ningún momento la integración en el núcleo familiar fue difícil. Ni tampoco el ser educada por una pareja del mismo sexo. "En el colegio nunca ha sufrido discriminación por este motivo. Todo lo contrario. Además, estos años ella ha conocido a familias como la nuestra", incide Eva Márquez. El padre de la niña ve con total normalidad que a su hija la críen dos mujeres, puesto que para él "lo mejor que le ha podido pasar es que viva con ellas, que le otorgan la protección que antes no le garantizábamos". 

Estos acogedores se denominan "permanentes", puesto que mantendrán al menor en su hogar hasta que cumpla los 18 años. Lo mismo ocurre con Ana Rodríguez y Manuel Soriano, una pareja que lleva viviendo dos décadas en el Aljarafe y que ya tenían un hijo de diez años cuando decidieron acoger a uno de siete. "Ya disfrutábamos de una estructura familiar consolidada, por lo que deseábamos compartirla con otra persona", señala Ana Rodríguez. De este modo, comenzaron el proceso en 2009 y en marzo de 2010 contaban con el menor en su casa. "Al principio hubo que superar un periodo de ajuste, sobre todo por parte de nuestro hijo biológico, pero después hemos seguido comportándonos como una familia totalmente normalizada, disfrutando de cada momento los cuatro juntos", recalca Manuel Soriano. 

Ellos también conservan el contacto con la madre del menor, procedente de una zona con riesgo de exclusión social. "Siempre hemos mantenido el mismo pensamiento: la suerte de este chico cuando cumpla la mayoría de edad será la de disfrutar de dos familias", subraya Soriano, quien incide en que para ser acogedor hay que poseer de una mínima estabilidad económica y emocional además de desarrollar un amplio sentido de la responsabilidad. "No se trata de un capricho pasajero. Es un compromiso que asumes hoy, mañana, pasado y el día después", asegura Ana Rodríguez, quien no siente miedo por lo que su acogido decida a los 18 años. "Vivo el momento. Quienes nos decantamos por esta opción hemos ser conscientes de que ese momento llegará. Igual ocurrirá con mi hijo biológico, que al cumplir a esa edad eligirá entre quedarse en casa o independizarse. Es el sacrificio de cariño al que se enfrenta cualquier padre", añade esta madre de acogida. 

Dicho temor a la "caducidad" que pueden suponer unos padres de acogida para un niño queda disipado cuando se habla con Susi Cabrera y Ramón Carvajal, un matrimonio que atiende a menores en estado de urgencia. Esta familia, con dos hijos de 14 y 21 años, lleva una década acogiendo a niños por un periodo no superior al año y medio. Durante este periodo han pasado por su hogar 13 menores, ya que muchos casos eran de hermanos. No todos han sido fáciles. Muchos habían padecido problemas desconocidos para ellos, como abusos sexuales y maltrato. "Confieso que a veces nos veíamos desbordados por las circunstancias, pero son ciclos que se van superando dentro de la propia familia", confiesa Ramón Carvajal, quien no acaba de acostumbrarse a decir adiós tan pronto a los acogidos. "Al principio intentábamos no encariñarnos con ellos, porque sabíamos que en poco tiempo dejarían nuestro hogar, pero ahora desde el primer día disfrutamos como lo que son, un miembro más de la familia", explica Susi Cabrera. 

Con varios de ellos -la mayoría han sido adoptados posteriormente por otras familias- continúan manteniendo el contacto. La convivencia de los acogidos con sus hijos biológicos ha sido tan "magnífica" que la mayor de ellos estudia ahora Trabajo Social para desarrollar en el futuro una labor especializada en la atención a los niños, una "vocación" que hereda de la madre. Pese a que muchos reniegan de este tipo de acogida por lo pronto que han de cortarse los lazos afectivos con el niño debido a su corta permanencia, tanto Susi como Ramón realizan un balance muy positivo: "El amor que recibes recompensa cualquier sacrificio".

http://www.diariodesevilla.es/article/sevilla/1632836/familias/acogida/compromiso/con/la/infancia.html

LOS ESQUELETOS

domingo, 27 de octubre de 2013

Carta de adopción nacional

Esta carta está contextualizada en una adopción nacional de los años 70 :

Me piden que hable de mi condición de hijo adoptivo. Es la primera vez que escribo sobre ello. Releo la primera frase y siento que hay algo extraño en esa denominación. Como si la etiqueta de “adoptivo” primara sobre la de hijo y el adjetivo modificara de forma radical la relación padre-hijo. Yo siempre he llamado a mis padres “padres”, no padres adoptivos. Incluso escribirlo me resulta molesto y desagradable.Se me podrá decir que ellos no me han dado la vida pero la gestación es un acontecimiento que dura nueve meses y poco más.

Ser padre es mucho más que una función biológica; es permitir que un niño se convierta en un adulto, es humanizar mediante la educación, la comprensión y el cariño.

Pienso en mi vida y sólo les veo a ellos. Soy consciente que no cumplieron la etapa biológica inicial pero no tiene la menor importancia puesto que lo más autentico de mí, lo más intrínsecamente humano, se ha formado gracias a las personas que me dieron todo para que eso fuera posible.

Hacia mis progenitores, a los que llamarles padres sería un exceso, no siento ningún rencor ni odio. Sólo un sincero agradecimiento y ternura. No les conozco ni tengo intención de conocerles. No tiene sentido.

La “llamada de la sangre” es algo que no me parece razonable. Tengo la impresión que ese sentimiento responde a una busqueda de justificaciones para frustraciones que no se saben resolver. Es posible que cuando se tienen problemas con la familia adoptiva se eche mano de razonamientos del tipo de: “vosotros no sois mis padres”, “si hubiera estado con mis verdaderos padres ahora estaría mejor”. Decir esas cosas es lo más inmediato, lo más sencillo en un momento de enfado. Siempre se tiende a creer que lo ajeno es estupendo y no se piensa, ni por un instante, que hubiera podido ser peor.

Sin embargo, intentar averiguar la identidad de un padre biológico es, desde mi punto de vista, no entender lo importante de la relación padre-hijo. Es negar esa relación. Lo esencial no está en la continuidad genética, sino en el vínculo que se construye entre los padres y el hijo, independientemente de los genes de cada uno. Reducir toda la paternidad a la función procreadora es una pobre simplificación.

Mis padres me informaron pronto del hecho. Sin embargo, con ocho años yo no era muy consciente de la situación. Las dudas y las cuestiones que no se pueden responder llegaron más tarde.

La pregunta última, en mi caso, ha sido cual fue la razón por la que mis padres biológicos me dieron la vida. ¿Por amor? ¿ Una violación? ¿O un simple descuido en una noche loca?. No hay respuesta. Pero se puede vivir con ello y ser feliz. ¿Acaso no es más importante lo que uno tiene por delante y lo que puede llegar a ser gracias al esfuerzo personal y a la ayuda de quienes me lo han dado y me lo siguen dando todo ?

No hay padres adoptivos. Sólo hay padres. De la misma forma que no hay hijos adoptivos sólo hijos. Las etiquetas que se ponen detrás son, como el DNI, un mero trámite administrativo.

Fuente: serfamiliaporadopcion.org

sábado, 26 de octubre de 2013

TERRORES NOCTURNOS

Se llama terrores nocturnos al despertar en medio de la noche que presentan algunos/as niños/as, que se acompaña de llanto y una aparente desconexión con el medio que lo rodea durante los primeros instantes. Si se le pregunta la causa del llanto no sabe responder y pareciera no haber despertado aún. Frecuentemente se los encuentra sentados/as en la cama, pero pueden incluso caminar o correr en la habitación.

Posteriormente parecen reconocer a sus padres y se calman lentamente. Este episodio normalmente no dura más de 10 a 15 minutos pudiendo, a continuación, el/la niño/a volver a dormirse. Se presentan en niños/as desde el año de vida a los 8 a 10 años de edad y es más frecuente en las primeras horas de la noche, después de sólo algunas horas de sueño.

Son distintos de las pesadillas en que el/la niño/a relata su sueño o parte de él, y tienen un antecedente familiar. Habitualmente y al revés de las pesadillas no existe un antecedente de strés o susto durante el día previo. No tienen un significado anormal, pero si son muy frecuentes interfieren con la vida diurna, al despertar el/la niño/a cansado/a e insomne.

¿Qué hacer en uno de estos episodios?

Durante el episodio encienda la luz y espere al lado del/la niño/a que despierte bien. Luego converse con él/ella y cuéntale que pasó y dále confianza demostrándole que no hay peligros posibles y que te encontrarás cerca en todo momento. El contacto físico puede ser importante, tómale la mano y abrázalo/a, mientras le hablas.
Protéjelo/a de lesiones colocando protecciones alrededor de la cama y en las ventanas si éstas están al alcance del/la niño/a, así como de objetos con los cuales el/la niño/a se pudiera herir.

Comenta estos episodios con todos los integrantes de la familia dándole un significado de normalidad para que el resto de la familia no reaccione en exceso. El cansancio y la falta de sueño los puede agotar, por lo que se le debe dar la oportunidad al/la niño/a para que duerma lo suficiente, adelantando la hora de ir a la cama. Una prevención, si éstos son frecuentes, es determinar la hora en que se producen y despertar al/la niño/a algunos minutos (15 a 20) antes de que ellos se manifiesten, repitiéndolo durante una semana o más, para probar posteriormente si éstos se repiten.


Si el/la niño/a presenta movimientos anormales y repetitivos, así como cambios de coloración de la piel, vómitos, fiebre u otros signos fuera de los descritos es preferible consultar con su médico.


Artículo extraído de Orientación Andújar.

LECTURA LETRA B


Canción letra f: la foquita Fifí.

MÁS FICHAS DE LA SEGUNDA SEMANA

- EL SOL:



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SEGUNDA SEMANA DE TRABAJO

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- POESÍA DE GLORIA FUERTES:



- EL SISTEMA SOLAR:






miércoles, 23 de octubre de 2013

martes, 22 de octubre de 2013

LAIKA



CANCIÓN HOMENAJE A LAIKA, DE MECANO.

Sobre la adopción de un niño


Acompañamiento profesional en la adopción
Se ha especulado mucho sobre el tema de la adopción, ya sea por parejas heterosexuales, homosexuales o personas solas. Aquí le presento factores a tomar en cuenta si lo ve como una posibilidad. Quiero que quede claro que en este artículo se toma en cuenta en primera instancia el bienestar del niño y no los deseos o necesidades de los futuros padres adoptivos. El niño es el principal protagonista ya que es su vida y bienestar lo que se está decidiendo al dar o recibirlo en adopción. (…)
(…) Como sabemos la infancia es aquella etapa de la vida a partir de la cual se establecen las bases de la personalidad del individuo, gracias a la vivencia de una serie de experiencias que agilizan el desarrollo o por el contrario pueden producir un estancamiento del proceso en todos los niveles: cognitivo, afectivo, social, etc., de la vida del sujeto en desarrollo. Es una etapa de enorme importancia para cualquier individuo y la situación de adopción tiene coyunturas que han de ser analizadas y tomadas en cuenta para saber cuál es el mejor manejo según el caso específico y de este modo prevenir los posibles problemas que pudieran surgir.
La palabra adoptar viene del latín “adoptare” (ad: a y optare: desear). Significa “elegir, desear”.
La adopción permite la posibilidad de formar una familia que no está sostenida en vínculos biológicos, es un modo diferente de acceder a la maternidad y paternidad. Se construye simbólicamente un lazo de filiación que tiene la misma trascendencia que en la reproducción natural. La adopción debe orientarse al bienestar y seguridad del niño. Es el procedimiento legal (y a veces ilegal) que permite a un niño o niña convertirse en el hijo o hija de otro(s) padre(s), adoptivo(s), distintos de los naturales.
Para aclarar, es preciso diferenciar progenitura de paternidad: La progenitura está relacionada con la procreación, con la reproducción, la paternidad tiene que ver con una función social y emocional. La familia cumple funciones de sostén, y de socialización. Es transmisora de pautas sociales.
Todo ser humano tiene derecho a desarrollarse y a madurar en medio de personas que desplieguen la función materna-paterna y que ejerzan una maternidad o paternidad responsables, es indispensable dar un reconocimiento al hijo como sujeto, como persona, dándole identidad. Esto se encuentra claramente explicado en la publicación de la ONU sobre los Derechos de los Niños.
Lo más importante es que, los padres adoptivos, acepten y asuman desde el principio una realidad: que son una familia o un padre “adoptivo” para ese niño, no sus padres biológicos y que esto, pese a sus buenas intenciones y deseos, no lo van a poder cambiar. El niño debe ser aceptado por su familia adoptiva tal y como es, procurando no anteponer para él expectativas propias. Se debe ser realistas en este sentido, pues la educación que reciba ese niño y el entorno en el que crezca, sólo podrán modificar en él, aquello para lo que su hijo, esté genéticamente predispuesto, aunque sí supondrán algo realmente importante en el desarrollo de su personalidad. Es preciso tomar en cuenta que muchas veces no se saben los antecedentes genéticos del niño y que serán muy importantes para su desarrollo, desde la alimentación que llevaron sus padres biológicos hasta enfermedades genéticamente heredadas. Así que si usted piensa adoptar, es imperativo que tome esto en cuenta y no se cree expectativas irreales sobre el infante.
Los padres adoptivos deberán enfrentarse a cuestiones, bastante más complejas, que las que han de superar los padres biológicos. Al igual que cualquier otro padre biológico, un día pueden sentirse orgullosos y al otro “vencidos”, pero lo más importante es que si los padres aceptan sus propias limitaciones y la de sus hijos, se sentirán “verdaderos padres” de sus hijos. Deberán aceptar su derecho a saber todo cuanto sea posible sobre su adopción, y su historia de vida anterior.
El contarle las circunstancias exactas de su adopción, le ayudarán a disipar sus fantasías de culpabilidad (el pensar: “fui malo”, o “algún problema debía tener o causar para que mi(s) padre(s) me dejara(n)”,…) sobre el tema. Si intentan ocultárselo, algún día, cuando lo descubra (y es seguro que será así), se sentirá engañado y traicionado, y quizás será mucho más difícil reparar ese daño que el de las circunstancias que envuelven a una adopción; podrá quedar, pues, perjudicada la relación. Es importante contestar a sus preguntas, aunque los mismos padres pueden también tener escasa información al respecto; pero lo que sepan, no deben dudar en compartirlo. Los padres, deben ayudarle a asimilar y a aceptar esa historia, siempre, claro está, adaptando los detalles a la edad del niño y a su madurez.
Para ayudarle a asimilar todo esto, es conveniente ofrecerle mucho contacto físico (abrazos y caricias, demostraciones de afecto), que le hagan sentirse seguro y querido en esa, su nueva casa. Seguramente habrá una fase de adaptación, de conocerse mutuamente. El niño irá probando los límites de lo que puede y no hacer, de lo que puede esperar y recibir de las otras personas. También pudiera haber largos períodos de llanto, y predominar la ansiedad por ambas partes.
Los niños adoptados necesitan de forma especial, familias estables y estructuradas, que sean muy realistas con sus expectativas, y capaces de aceptar las limitaciones de los mismos y las suyas propias. Cuando los padres adoptan un niño, no es imprescindible acudir al psicólogo, pero podrá ayudarles mucho si no pueden hacerlo solos, sobretodo cuanto mayor sea el niño que adopten.
Puesto que la adopción es un acto de amor, no hay porqué ocultarla, un niño adoptado es un niño amado y no hay que hacerle sentir que es algo de que avergonzarse. El tema de cuándo y cómo decírselo, variará de acuerdo con la edad y grado de entendimiento del niño, pero se puede hacer referencia a la adopción en forma casual desde que sea muy pequeño, recalcando siempre la felicidad que les han dado al adoptarlos. Procurar no hablar mal de los padres biológicos ni decir cosas que los lleven a odiarlos, sino recalcar con cuanto amor lo recibieron sus nuevos padres y cuanta felicidad él les produjo tenerlo en la familia. Si con los años el niño o adolescente decide buscar a sus padres biológicos, los padres adoptivos no deben sentirse rechazados o pensar que fallaron, los sicólogos explican que muchos niños adoptados sienten como si les faltara un pedazo, y eso tiene que ver con la necesidad de todo ser humano de conocer sus raíces, para entenderse mejor a sí mismo. Lo mejor en esta situación es apoyarlos, aun cuando tal vez sea conveniente demorar la búsqueda hasta que estén maduros emocionalmente para enfrentarse a su pasado, y estar a su lado para contenerlos en caso de que no encuentren lo que esperaban.
Más allá de lo biológico el asumir y ejercer la paternidad o maternidad es tomar conciencia de un proceso, un rol a construir, una función que cada uno despliega en forma singular y que no se reduce a un hecho biológico. La capacidad de procrear en sí misma, por sí sola, no nos hace padres. Lo que nos hace padres es la paciencia, el compromiso, la responsabilidad de influenciar definitivamente la vida de otro ser humano que es maleable, inocente y vulnerable. Finalmente el acto de adoptar debe ser un acto de amor consciente.
Fuente: El sol de México. http://www.oem.com.mx

domingo, 20 de octubre de 2013

Galileo



AQUÍ OS DEJO ALGUNAS DE SUS APORTACIONES MÁS FAMOSAS.

HOMENAJE A LAS MADRES ADOPTIVAS

Algunos compañeros de facebook han colgado esta preciosa poesía que me gustaría compartir con todos vosotros: 

HOMENAJE A LAS MADRES ADOPTIVAS:
Madre mía que de tu vientre no he nacido,
no hizo falta nacer de ti, eres mi madre, yo fui el elegido.
No necesito ser de tu sangre, para sentirme querido.
Me has dado tu vida, me has enseñado el camino…

¡Eres mi madre! ¡Dios es testigo! 
Aunque no lleve tu sangre, yo, ¡yo soy tu hijo! 
No me pariste, lo tengo bien sabido, 
no eres mi madre biológica, pero yo soy tu hijo…

No llevo tu sangre, ni por tu amor fui concebido,
pero fui el hijo más deseado, el amado, el querido,
por ti, hermosa madre, que me brindaste tu cariño,
que me brindaste sustento, que me brindaste vestido…

No llevo el derecho de sangre, ni del vientre concebido
tú eres mi madre, yo soy tu hijo adoptivo,
me has cridado con amor, aunque de ti no he nacido,
gracias por darme tu vida, tus cuidados, tu apellido…



Colaboración de Magali Sauceda

LECTURA PARA 4 AÑOS: LETRA A



AQUÍ OS DEJO LA PRIMERA LECTURA, LA DE LA LETRA A.

viernes, 18 de octubre de 2013

La familia adoptiva: influencia de los duelos en la formación de vínculos


familias
La adopción es un procedimiento muy complejo, no sólo debido a los trámites legislativos y administrativos que conlleva, sino también por los complejos procesos psicológicos que se encuentran presentes en ella, tanto en los futuros padres adoptivos como en el niño adoptado. La adopción, desde una perspectiva psicológica, es fundamentalmente un proceso de separación y revinculación a unas nuevas figuras de apego.
Dependerá de la capacidad del niño de superar la experiencia de la separación y vincularse a unos nuevos padres y de la capacidad de los padres de vincularse a un niño. El éxito del proceso de adaptación viene en gran parte determinado por la capacidad de los padres y el niño para superar los distintos duelos a los que se enfrentan.

La finalidad de toda adopción es convertir en hijo a un menor no nacido en el seno de la familia, con lo que se va a poner en marcha un proceso de filiación; la parentalidad adoptiva se basa en el deseo y la vinculación afectiva:

1. El vínculo siempre incluye a tres: los padres, el hijo y “los otros”, los que le procrearon. Este hecho va a marcar la diferencia de la familia adoptiva respecto la biológica. El cómo los padres vivan a los “otros” va a condicionar la relación con el hijo y el vínculo.

2. Es necesario que se puedan llevar a cabo los sentimientos de reconocimiento mutuo, identificación y pertenencia. El reconocimiento del niño como hijo, a fuerza de identificarse con él, puede a su vez propiciar que éste les conozca y reconozca como padres. Proceso en el que simultáneamente éstos reconocen a sus propios padres cuidándoles y al hijo que fueron, creándose una corriente generacional que fortalece el sentido de pertenencia del adoptado a la familia, fortalece el sentimiento de “es mi hijo”. Si estos procesos de reconocimiento e identificación no funcionan van a ir sintiendo al niño como a un extraño en casa. 
En este contexto son los adultos los que deben disponer de todas sus capacidades emocionales para ejercer sus funciones como padres. La calidad del vínculo va a depender en gran parte de ellos, los adultos. Y de ello va a depender, también, el sentimiento de identidad del hijo. Por ello vamos a centrarnos básicamente en las condiciones emocionales de los padres, en la cualidad del deseo y motivación, ambos vinculados a la mayor o menor elaboración de duelos, que a menudo subyacen a la decisión de adoptar, y sus consecuencias en la relación con el hijo. Antes, mencionaremos la realidad del niño en adopción y sus propios duelos, ya que ese es el menor que van a adoptar.

1Duelos que subyacen en la fomación y el funcionamiento de la familia adoptiva
La familia adoptiva se crea a partir de dos necesidades, la de un niño y la de unos padres, que surgen después de haber pasado por situaciones dolorosas que han implicado unos duelos, tanto en el niño como en los padres.

1.1 El niño.
Cuando llega a la familia, como dice Giberti (1994), el niño ha tenido experiencias y vivencias anteriores que forman parte de sí mismo, de su incipiente identidad y que están relacionadas con el abandono sufrido por sus progenitores y con las carencias afectivas que comportan la vida en un orfanato.

1.1.1 El abandono:
Para que un niño sea dado en adopción, es necesario que sus padres biológicos hayan renunciado a él. De ahí que todo niño adoptado lleve implícita una condición de abandono. Los niños sufren experiencia de pérdida, aunque los padres biológicos hayan entregado a los niños en contra de su voluntad. Ha sufrido de forma real el rechazo de los que le engendraron y ha perdido los primeros puntos de referencia que le empezaban a orientar y sentirse seguro, olores, sensaciones, tactos, que hacen de puente entre su psiquismo fetal y los primeros momentos de vida extrauterina. Los problemas surgen, inicialmente, por las dificultades del adoptado para resolver la pérdida de objeto o, dicho de otro modo, para resolver el trauma y el duelo asociado al abandono. A menudo no fue un niño deseado y eso también deja secuelas en la formación de su identidad.
 
1.1.2 Las carencias de la vida previa:
Por otro lado el niño lleva los duelos por las carencias sufridas en su vida de orfanato. Si un niño recibe respuestas incoherentes, de rechazo a su demanda y carentes de empatía, y repetidamente percibe que no despierta ilusión, recurre entonces a mecanismos de defensa que le van a empobrecer. Puede moldear un falso “yo” a partir del cual trata con el mundo exterior de forma vigilante y negociadora, a la espera de un entorno más apropiado donde pueda germinar lo suyo más genuino.
La adopción es su nueva oportunidad, su nuevo entorno más apropiado, en el que poder establecer vínculos estables que le permitan confiar en él mismo y en el mundo que le rodea, y estructurar así su auténtico yo. Los padres pueden ayudar al desarrollo emocional del hijo adoptado y promover el desarrollo del apego, reelaborando las experiencias de pérdida anteriores. Hay que preparar a los padres adoptivos para evitar que las posibles consecuencias de las carencias que haya sufrido el menor interfieran gravemente en el proceso adoptivo.

1.2 Los padres adoptivos

1.2.1. La infertilidad:
La gran mayoría de personas que solicitan una adopción lo hacen después de haber pasado por períodos de tiempo más o menos largos en los que se ha visto frustrado su deseo de ser padres por la vía biológica. Sufren una infertilidad a veces de origen desconocido y otras una esterilidad diagnosticada. 
Los sentimientos que se ponen en marcha son complejos y su elaboración dependerá del equilibrio interno de la pareja, de la salud mental de cada miembro y de la interiorización de la relación habida con sus propios padres.
Distintos duelos se ponen en marcha (Mirabent y Ricart, 2005):
• Duelo por la pérdida corporal de la capacidad reproductiva.
• Duelo del miembro estéril, con los sentimientos de culpa y desvalorización. Sentimiento de deuda con el otro miembro.
• Duelo del miembro fértil, que debe afrontar la ambivalencia entre el amor a su pareja y la frustración de no poder tener hijos.
• Duelo por los hijos no nacidos, los hijos imaginarios, fantaseados, producto de las fantasías inconscientes creadas desde la infancia y las fantasías conscientes hechas con la pareja. Es la renuncia a un hijo que proviene también de aquella persona que se quiere, un hijo que viene del otro.
Si la pareja puede darse tiempo y espacio para afrontar sus sentimientos, podrá entonces tener “espacio mental” para entender que la maternidad y la paternidad es una función diferente a la reproducción. Podrá vivir que su cuerpo puede no ser fértil pero su mente sí puede serlo y puede encaminar su vida hacia aspectos creativos distintos, o la parentalidad adoptiva.
Podrá entonces aceptar tener un hijo diferente al biológico y con unas necesidades también diferentes y más complejas.
Pero si este proceso no se da, se pueden dar entonces reacciones como:
• El miembro estéril puede necesitar dar un hijo a su pareja, de la forma que sea, precipitadamente, sin tomar conciencia de la realidad de la adopción ni plantearse si la desean asumir. Es el hijo a toda costa para calmar la culpa, negar el duelo y calmar la herida sufrida.
• Ambos miembros no pueden pararse a elaborar y reaccionan de forma maníaca y negadora a la situación dolorosa que no pueden aguantar y buscan la “salida rápida”. Los mismos médicos a veces la estimulan “siempre podéis adoptar” intentando ayudar al paciente, sin percibir las diferencias de la adopción. Dichas defensas maníacas van dirigidas a una afirmación de la normalización y de los derechos únicamente de los padres.
Pero también acuden a solicitar una adopción otras personas que tienen otro tipo de duelos pendientes.

1.2.2. La pérdida no elaborada de hijos biológicos:
Se pone en marcha la necesidad de llenar rápidamente el vacío y de negar y alejar el sufrimiento depresivo. No se puede sentir la tristeza y el dolor y hay que buscar una salida hacia delante. El riesgo está en que se le pida al hijo adoptado que ocupe el lugar del otro y que sea la “alegría” de la casa para que los padres no sientan la pérdida. En estos casos es muy difícil que el hijo adoptado pueda reconocer su propia identidad y pueda desarrollarse siendo él mismo. Se auguran los conflictos, enfrentamientos, rabia proyectada en ese hijo que no es lo que debería ser. El niño recibe dos mensajes distintos, el verbal y el analógico-gestual, que se contradicen. Así el hijo o se rebela con lo que los consecuentes problemas en la relación familiar o el hijo se somete, haciéndose sumiso, estructurándose de forma poco diferenciada. Lo que conlleva el detrimento de su verdadera identidad.

1.2.3. Edad – sentimiento de nido vacío:
Parejas que han tenido hijos biológicos, que se han empezado a independizar y que van dejando el hogar para hacer su propia vida.
Ésta es una etapa difícil en la vida de los padres, su rol cambia profundamente, la pareja se reencuentra, vuelve a estar sola, pero ahora con una edad avanzada. Con cierta frecuencia, además, en nuestra cultura eso coincide con la menopausia (Tizón, 2004). Su futuro les encara a la vejez, a las pérdidas corporales, laborales, sociales…etc. Si esta realidad no se puede soportar, si no se pueden encontrar las ganancias de la nueva etapa, existe el riesgo de solicitar la adopción como una forma de negarla, de seguir sintiendo la juventud. Para el menor el riesgo es tener unos padres abuelos, que no tienen suficiente energía para criar y educar. Es el hijo “en función de”, el hijo con una utilidad.

1.2.4. Personas solas:
Personas solas, más frecuentemente mujeres, que a partir de cierto momento de su vida toman conciencia de su soledad. Han pospuesto en el tiempo su deseo de maternidad y a partir de cierta edad se plantean el ser madres sin una pareja estable. En algunos casos, buscan el hijo como una forma de tener compañía y alguien que les cuide en su vejez. Su proyecto adoptivo está muy lejos de la realidad y podría tener serias consecuencias en la educación y crianza del niño-a. Es de nuevo el “hijo para…”. Aunque algunas investigaciones obtienen resultados más positivos, nuestra experiencia clínica nos hace ser más prudentes en estas situaciones.
A continuación, presentamos una viñeta que ilustra el duelo por el paso de los años en una persona sola.

Señora Marta
La señora Marta es una mujer de 58 años, que tiene un aspecto juvenil y que goza de buena situación económica. Nunca ha tenido una pareja estable, vive sola desde que sus padres murieron hace 7 años. Su vida se ha centrado en impulsar los negocios familiares, lo que ha conseguido con gran acierto, y que le han proporcionado grandes ingresos y una economía asegurada.
Explica que desea adoptar porque “Me siento sola…toda la vida trabajando para hacer crecer los negocios, para la familia, mis padres…y ahora que no están ¿qué?…me doy cuenta que he olvidado cosas…casi me siento utilizada ya que no me he dedicado a mí misma… ¿para qué quiero tantas riquezas?… ¿qué hago con la casa tan grande y tan vacía? ….Deseo adoptar una niña, le daría lo que quisiera, yo puedo asegurarle su futuro…"

Los sentimientos que surgen de los duelos no elaborados se pueden mantener lejos de la conciencia, en el inconsciente, con lo que constituyen un riesgo cuando ya se ha formalizado la adopción. Se pueden convertir en armas arrojadizas hacia el otro miembro de la pareja o hacia el niño, que interfieren en la relación mutua. Estas motivaciones otorgan un rol al niño, que debe cumplir, a riesgo de provocar sino auténticos conflictos que pueden llegar a la ruptura familiar. En ellas no hay un reconocimiento de lo específico de la adopción y por tanto no se reconocen las necesidades propias del hijo adoptado. Entonces éste, con sus necesidades, fácilmente decepciona las expectativas y los padres no le pueden reconocer como hijo. Lo que está en riesgo es la vinculación, la formación de la identidad del niño y el mantenimiento de la familia como tal.
En la adopción no existe un “fin” de ninguna historia. Como todo proceso de filiación la historia está siendo escrita en cada instante.
El trabajo de los padres adoptivos va a implicar contener los miedos, ayudar a metabolizar las fantasías de los hijos en su saberse adoptado. Ellos serán el sostén emocional porque la complejidad de los sentimientos del hijo no se agota con “la verdad” de su origen, sino que ésta despierta múltiples sentimientos y fantasías que requieren elaboración. Sólo si los padres realizan esta función de contención el niño logrará sobrevivir a la intensidad de lo vivenciado. El sostén de los padres será imprescindible para acompañar a su hijo en sus duelos a lo largo de las diferentes etapas de su vida. Por ello es necesario que estén lo suficientemente libres de los suyos propios. El estado psíquico de los futuros padres condiciona enormemente la cualidad de las expectativas hacia el hijo, su flexibilidad o rigidez, va a expresarse día a día en la crianza. Solo cuando el duelo está elaborado se forja un verdadero deseo de paternidad.
 
2. Consecuencias del èxito o fracaso de la elaboración de los duelos en la calidad del vínculo afectivo

Hasta ahora hemos planteado cómo los duelos influyen en la motivación de las parejas para adoptar. Vamos a analizar cómo influyen en la calidad del vínculo afectivo entre padres-hijo, tanto antes de la adopción como después de la llegada del niño, en las distintas vertientes de la relación.

2.1. Pre-adopción. Formación del vínculo: la anidación.

La filiación es un proceso simbólico, que se produce en la mente de padres e hijos, y que se da tanto en uno biológico como adoptado.
Será la presencia o ausencia de esta investidura simbólica en los padres adoptivos la que marcará la presencia o ausencia de filiación. Es un proceso vinculado al deseo y a medida que éste se va configurando, crea un espacio mental, un nido que se va construyendo en la mente de los futuros padres. Cuando una persona o personas han tomado la decisión de adoptar un niño, han iniciado desde hace un tiempo un proceso emocional interno que va preparando el terreno psíquico para acogerlo. La filiación adoptiva empieza en la mente de los padres mucho antes de encontrarse con el niño y se van creando expectativas conscientes e inconscientes hacia este hijo, un hijo imaginario, hacia ellos como padres y hacia la familia que formarán.
La cualidad de este nido mental está muy condicionada por la cualidad de las expectativas, de los ideales de los padres, que permitirán o no aceptar al hijo adoptivo con toda su realidad, que nunca será exactamente ajustada a la fantaseada, al igual que ocurre con un hijo biológico. De manera general, si las ideas previas y las expectativas de los padres son demasiado elevadas, con alto grado de elaboración y poco realistas pueden afectar de forma más negativa que si son expectativas más generales y poco rígidas. Si los padres se sienten demasiado decepcionados con el hijo real y no pueden tolerar la distancia entre el que habían imaginado y el que tienen, no podrán iniciar un proceso de parentalidad suficientemente sano, que permita el desarrollo y crecimiento del hijo, que acoja sus carencias y que les haga sentir verdaderamente padres de este hijo. Por ello es imprescindible que en la pre-adopción las expectativas sean ajustadas a la realidad y que el deseo del hijo no esté basado en el llenar los vacíos y frustraciones de los padres. Es básico que éstos hayan elaborado suficientemente sus duelos y se hayan conciliado con su realidad.


Trabajo de investigación de: V. Mirabent, I. Aramburu, M. Davins Y  C. Pérez Testor 
En Revue Internationale de Psychanalyse du Couple et de la Familla, nº 5,  2009/1; Monográfico “Adopciones y filiaciones”

Fuente: http://adoptaragon.blogspot.com.es/

Especialistas en adopciones se reunirán en el ‘VII Congreso Internacional AFIN’


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Destacados especialistas a nivel internacional en cuestiones como el contacto entre familias biológicas y adoptivas, las “necesidades especiales” en la adopción o la gestación subrogada se reunirán en ‘VII Congreso Internacional AFIN’ que se celebrará en Pontevedra durante los días 22 y 23 de noviembre.

Según ha explicado la organización, “diez años después de que el ‘boom’ de la adopción” situase a Espala “a la cabeza de la adopción internacional, únicamente por detrás de Estados Unidos” gran parte de los niños llegados “han alcanzado la adolescencia”.
Este hecho, según los datos del Grupo de Investigación AFIN de la Universidad Autónoma de Barcelona, apunta a la aparición “de desafíos, estímulos y necesidades específicas” tanto en la inclusión familiar de los jóvenes como en la social. Unas cuestiones que serán analizadas en el Congreso.
Los expertos también abordarán temas como “la emergencia de prácticas de apertura”, en las que algunas familias adoptivas, una vez finalizado el proceso de adopción, localizan y contactan con las familias biológicas. En España, estos contactos se producen de forma informal y no acompañada, cuestión que la ley prevé regular en determinadas circunstancias.
De este modo, el ‘VII Congreso Internacional AFIN’, que se planteará como un espacio de diálogo y reflexión conjunta sobre estas cuestiones, tendrá lugar en el Pazo da Cultura de Pontevedra los días 22 y 23 de noviembre.

PRIMEROS TRABAJOS

AQUÍ OS DEJO UNA MUESTRA DE LO QUE HEMOS TRABAJADO ESTA SEMANA:

- ¿QUÉ VEMOS POR LA MAÑANA EN EL CIELO?



- ¿Y POR LA NOCHE?



- ¿CÓMO SE LLAMA NUESTRA GALAXIA?




- ¿QUIÉN VIAJA A LA LUNA?




- ¿CUENTO LAS ESTRELLAS: