domingo, 1 de septiembre de 2013

NECESIDADES DE QUIENES SON ADOPTADOS. Parte II

2. Necesidades de los niños adoptados relacionadas con la vinculación, la adaptación y la integración

La gran mayoría de las personas hemos tenido la suerte de nacer en una familia en la que se nos quería y se nos atendía. Las mismas personas que se ocupaba de que comiéramos y estuviéramos limpios, se ocupaban también de que nos sintiéramos protegidos y queridos. Puesto que tanto nos querían, nos era muy fácil quererlas. Así es como aprendimos esa relación tan especial que es la del cariño mutuo, la del apego sano y positivo; así aprendimos a fiarnos de quienes nos cuidaban y protegían; así desarrollamos la confianza en que ese cariño no era temporal ni pasajero, sino permanente; así aprendimos a vernos a nosotros mismos como personas que merecen ser queridas y que saben querer.

Lamentablemente, algunos niños no tienen estas experiencias tan saludables. En lugar de los cuidados, la protección y el afecto de quienes deberían proporcionárselos, se encuentran con su abandono, su indiferencia o sus malos tratos. En estas circunstancias, la relación con esos adultos difícilmente podrá caracterizarse por la tranquilidad, la confianza, la seguridad y el afecto recíproco.

Los niños que viven esta experiencia se encuentran atrapados en una difícil situación, pues por una parte dependen de esos adultos para su  cuidado y supervivencia, lo que les lleva a desarrollar sentimientos positivos respecto a ellos; pero al mismo tiempo esos adultos son fuente de inseguridad, miedo o insatisfacción. Así, estos niños, desarrollan lógicos sentimientos de inseguridad, de confusión, de rabia y de contradicciones. Y además no aprenden a verse a sí mismos como personas dignas de cariño y merecedoras de alabanzas y respeto. Sin duda alguna, unas experiencias indeseables para cualquiera, pero sobre todo para un niño precisamente en los momentos en que se está formando la base de su personalidad.

Aunque es probable que los niños adoptados hayan tenido algunas de estas experiencias negativas, ni todos las han tenido, ni todos las han tenido con la misma intensidad.

Uno de los mayores retos y de las mayores satisfacciones y alegrías de quienes adoptan es contribuir a modificar de manera radical esas experiencias emocionales negativas iniciales. Gracias a sus cuidados continuados, a sus expresiones de afecto, a su permanente protección, a su cariño incondicional sean cuales sean las circunstancias, quienes adoptan se convertirán pronto en las personas de referencia afectiva de los adoptados.

Poco a poco estos niños irán aprendiendo que pueden confiar en sus padres, que pueden estar muy tranquilos respecto a ellos, que nunca les harán daño o les abandonarán, se dan cuenta de que ahora son y siempre serán queridos y aprenderán a no sólo a recibir afecto sino también a expresarlo.

Esos aprendizajes pueden ser rápidos o requerir más tiempo, pero si no dejan de encontrar amor y seguridad afectiva a lo largo de las muy diferentes situaciones que se presentarán un día tras otro, acabarán incorporando la seguridad emocional como una parte de su nueva realidad.

En pocas cosas como en ésta podrán los adoptantes  contribuir de manera tan importante y crucial al bienestar de sus hijos y a su salud mental presente y futura. Pero deberán estar preparados para que el camino no sea ni fácil ni lineal, sino hecho frecuentemente de avances y retrocesos, de ocasionales manifestaciones de problemas.

Otra necesidad es la integración en la familia y en la comunidad. Aunque cada caso es diferente, y depende en gran medida de la edad en el momento de la adopción y de las experiencias previas, la integración en la nueva familia suele producirse sin especiales problemas.

En general, se trata de niños y niñas que tienen un deseo de familia tan grande como el deseo de hijos que tenían los adoptantes, lo cual facilita mucho las cosas. No obstante conviene no minusvalorar las dificultades que pueden presentarse y, sobre todo, comprender que los adoptados necesitan su tiempo para sentirse miembros plenos y para siempre de su nueva familia.

Puesto que vienen de situaciones de separación, algunos tendrán la incertidumbre respecto a cuánto va a durar su nueva situación. Como criterio general, es mejor no precipitarse y no dar por supuesto que el niño o la niña están ya aclimatados al poco de llegar y se sienten parte de la nueva familia. Por ejemplo, quizá sea mejor que no se incorporen al colegio precipitadamente, que tengan tiempo de sentir que su padre y su madre estén siempre ahí, cercanos y disponibles, y que puedan disfrutar de una relación próxima y continua antes de hacer frente a una nueva separación que puede resultar costosa.

Dada su experiencia previa de separación, estos niños necesitan que se les ayude a entender que su nueva realidad familia lo es ya para siempre. Se les ayuda a adquirir ese sentimiento de pertenencia y de permanencia con mensajes que hagan referencia al futuro, al verano que viene, a cuando tengan tal edad o se lleve a cabo tal proyecto aún lejano en el tiempo. Y por supuesto, se les ayuda estando mucho con ellos, pasando tiempo juntos, haciendo cosas como familia, conjugando mucho el “nosotros”, tanto de palabras como en actividades de la vida cotidiana, lo que estimula el sentimiento de pertenencia.

Lógicamente, la escuela será uno de los ambientes a los que estos niños tendrán que integrarse. En ella establecerán pronto relaciones de amistad que les ayudarán a sentirse cómodos y miembros de su nueva realidad social. No es raro que algunos de estos niños tengan alguna dificultad de aprendizaje, al menos inicialmente. Muchos de ellos han tenido una estimulación previa escasa o, cuando menos, limitada. Una de las dificultades que pueden encontrar los adoptantes en este terreno es la de adecuar sus expectativas a la situación y a las capacidades de aprendizaje del niño. Puede ocurrir que estos niños no aprendan tan deprisa o con tanta facilidad como se desearía. El paso del tiempo y el apoyo que se les vaya dando, en la escuela y en la familia, ayudarán a determinar si lo que está en juego es el tiempo o son las capacidades.

Como criterio general, esperar demasiado del rendimiento de estos niños es tan equivocado como esperar demasiado poco. Cada uno tendrá unas capacidades que condicionan lo que puede acabar consiguiendo. No exigir por encima de esas capacidades es una regla de oro que no se debe olvidar.

Un aspecto que puede complicar todo esto es el hecho de que algunos adoptados llegan a sus nuevas familias con algunos problemas de comportamiento. En ocasiones, estos problemas no son tan evidentes desde el comienzo, porque niños y niñas se esfuerza mucho por mostrarse como creen que más pueden agradar a sus nuevos padres. Pero poco a poco, a medida que se van sintiendo más relajados, pueden dejar ver su tendencia a cierta hiperactividad, por ejemplo, o la dificultad que tienen para el control de algunos impulsos, como conductas que pueden molestar a los demás, por ejemplo. Son mayoría los niños y niñas adoptados que no presentan estos problemas, pero un número significativo de ellos sí los presenta.

Como para cualquier niño, también para los adoptados resulta beneficioso que sus padres y madres les ayuden a entender lo que está bien y los que está mal, lo que se considera aceptable y lo que se tienen por inaceptable. Puestos y explicados con flexibilidad y cariño, los límites y normas son beneficiosos y ayudan a los niños a superar algunos de sus problemas.

Algunas recomendaciones educativas que suelen funcionar bien en las situaciones familiares habituales son poco aconsejables con los hijos adoptivos. Por ejemplo, si un niño está siendo muy impertinente o molestando mucho a los demás o haciendo algo que se considera inaceptable, se suele recomendar que se vaya solo a su habitación durante un rato para que comprenda que esa conducta no es aceptable. Sin embargo, sobre todo en las etapas iniciales, la idea del aislamiento no es aconsejable para estos niños que han experimentado situaciones de abandono y separación, porque pueden vivirlo como una repetición de algo muy doloroso que les ha pasado en el pasado.

La mayor parte de las familias adoptivas son capaces de hacer frente con éxito a todas estas delicadas cuestiones. Si se trata de una pareja, es fundamental que los dos miembros actúen de manera coherente, dando a su hijo mensajes que no sean contradictorios. Es igualmente importante que ambos se apoyen en su labor educativa.



Artículo extraído de “La aventura de adoptar”.

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