martes, 27 de agosto de 2013

LOS RETOS DE LA ADOLESCENCIA

Aquí os dejo un extracto del documento “Padres del adolescente adoptado”  escrito por Pilles Breton:

“Todos los padres se inquietan en mayor o menor medida cuando su hijo se acerca a la edad de la adolescencia. ¿Qué ocurrirá? ¿Será fácilmente influenciable? ¿Empezará a teñirse el pelo de morado siendo tan convencional hasta ahora? Los padres adoptivos pueden ponerse nerviosos y tener una serie de preguntas adicionales. ¿Se encontrará mi hijo confundido en cuanto a su identidad? ¿Emergerá un sentimiento de abandono o de rechazo? En otras palabras, ¿el hecho de ser adoptado hará más difícil la adolescencia para el niño?

Estas preguntas no tienen respuestas fáciles. Los estudios sobre el tema y los expertos en este campo no se ponen de acuerdo exceptuando en dos puntos:

-      El hecho de ser adoptado constituye inevitablemente un elemento importante en la historia del joven y no debe ser ignorado.

-      Los adolescentes adoptados pueden enfrentarse y resolver los problemas de desarrollo particulares.

Durante su desarrollo los niños alternan entre el apego a las personas que cuidan de ellos y el aprendizaje de la independencia. Deben de consolidar su sentimiento de pertenencia a una familia controlando los conocimientos y las habilidades requeridas para llegar a ser autónomos. Hacia la edad de la adolescencia, sus esfuerzos para formar su propia identidad pueden hacerles sentir perplejos, darles la impresión de estar sobrepasados y quizás llevarles a tener comportamientos problemáticos.

UNA ETAPA DE CAMBIOS

Durante la adolescencia, los cambios físicos son evidentes y bastante rápidos, mientras que el desarrollo emocional y mental puede llevarles años. Los adolescentes deben formar su identidad, definiendo sus valores, sus creencias, su identidad sexual, su elección de carrera, sus esperanzas para con ellos mismos y la vida. No se trata de un problema menor.

Durante este proceso, los jóvenes prueban diferentes personalidades; buscan, imitan y rechazan diversos modelos. Examinan de forma muy crítica a su familia. Cambian a menudo de opiniones; pueden estar muy seguros de ellos mismos o pensar que no sirven para nada. Mientras tratan de distinguirse en su familia, al mismo tiempo, quieren parecerse a sus amigos.

Sin embargo, son todavía muy dependientes de sus padres, particularmente en el plano emocional. Oscilan entre escaparse y quedarse cerca de su familia. En este contexto, no es extraño que sobrevengan desacuerdos con sus padres.
Los adolescentes quieren independencia pero no saben todavía claramente qué grado de libertad pueden administrar. Los padres quieren que sus hijos se conviertan en personas autónomas pero son reticentes a perder el control. Los hijos están confusos en cuanto a su futuro y los padres están nerviosos por lo que sus hijos puedan llegar a ser.

La adopción aumenta la complejidad de este proceso sobre los siguientes aspectos: la formación de la identidad, el miedo al rechazo o al abandono, el equilibrio entre las necesidades de pertenencia y autonomía, y la curiosidad de sus orígenes.

LOS INTERROGANTES

La formación de la identidad de los adolescentes adoptados puede ser más compleja ya que tienen de alguna forma dos familias: les es muy difícil diferenciar hasta qué punto son parecidos o diferentes de sus dos pares de padres, sobre todo cuando lo más habitual es que no sepan nada de sus padres biológicos. Se hacen toda clase de preguntas: ¿de dónde me viene tal o cual rasgo de carácter, talento o interés?, ¿tendré hermanos o hermanas?, los miembros de mi familia biológica ¿serán mayores o pequeños?.

A menudo, los padres adoptivos no tienen respuesta a estas preguntas legítimas. Los adolescentes adoptados pueden replegarse en sí mismos o pueden huir lejos de casa para encontrar su verdadera identidad. Pueden ser muy críticos con la manera con la que sus padres adoptivos les han preparado en cuanto a su estatus de hijo adoptado.

Por otra parte, es muy posible que ciertos adolescentes teman dejar su casa pues ya han sufrido la pérdida de sus padres biológicos. Por ejemplo, si tiene que seguir sus estudios lejos de su hogar, ciertos adolescentes adoptados pueden temer que sus padres adoptivos vayan a olvidarles, que no “habrá” más casa a donde volver. Tendrán miedo a ser abandonados.

UNA ETAPA DE TENSIONES

La tensión entre los padres que no quieren perder el control y los adolescentes que exigen más autonomía es una característica esencial de la adolescencia. Los hijos adoptados pueden sentirla más profundamente porque tienen el sentimiento de que siempre alguien ha decidido en su lugar. Su madre biológica ha decidido confiarlos en adopción; sus padres adoptivos han decidido aceptarlos. Éstos últimos pueden temer, con razón o sin ella, que su hijo esté predispuesto a tener problemas de comportamiento ya que ha tenido un comienzo más difícil en la vida (sobre todo para un niño adoptado no bebé).

Debido a estos temores, los padres adoptivos pueden estrechar más su control en el mismo momento en que el adolescente quiere más libertad. El hijo puede deducir que sus padres carecen de confianza en él.

Es necesario que los padres y los adolescentes lleguen a acuerdos sobre lo que constituye un comportamiento digno de confianza en todos los ámbitos (escuela, elección de amigos, elección de actividades). Pueden convertir privilegios y consecuencias asociadas al hecho de demostrar o no tal o cual comportamiento. Si las dos partes tienen algo que decir, habrá menos luchas de poder.
¿QUIÉN SOY YO EN REALIDAD?
Los adolescentes adoptados tienen menos puntos de referencia para comprender quiénes son, de dónde les viene su identidad. De hecho, a menudo se les recuerda que son diferentes: no se parecen a sus padres, ni a sus hermanos ni hermanas. No sorprende entonces que el adolescente pueda experimentar un sentimiento de no pertenencia.

Los hijos de familias interraciales pueden experimentar de forma más acentuada este sentimiento de alienación. Son muy conscientes de su diferencia físicas y luchan por conciliar su origen cultural y su percepción de ellos mismos.

Los padres adoptivos pueden apoyar el sentimiento de pertenencia a la familia frecuentando adultos y niños del mismo origen cultural que su hijo adolescente. Deberían también valorar día a día su cultura de origen. Deberían hablar de cuestiones raciales no tolerando el racismo.

Cuando maduran, los jóvenes adoptados se peguntan sobre  cómo habría sido su vida si no hubieran sido adoptados o si lo hubieran sido por otra familia; se vuelven muy curiosos por conocer sus “verdaderos orígenes”. Además de todas las posibilidades que ofrece la vida, toman conciencia de aquellas que no hubieran podido jamás realizar. Pueden decir: “poco importa lo que yo pueda leer o lo que pueda decir a mis padres, no puedo verdaderamente explicar el sentimiento de vacío que realmente siento”.

COMPRENDER LOS DESAFÍOS

Los desafíos inherentes a la condición del adolescente pueden ser incrementados en el caso de niños adoptados con una edad relativamente alta. Pueden haber sido víctimas de abusos, negligencias o haber cambiado de hogar varias veces. Sus sentimientos de rechazo o de pérdida o incluso su falta de autoestima pueden ser más serios. Pueden desconfiar todavía más de los adultos y enfrentarse a problemas emocionales más severos. Entre otras cosas, los padres deben darles la ocasión de contar sus recuerdos, de expresar sus emociones.

En el fondo sería extraño que los adolescentes adoptados, sobre todo aquellos que vienen “del otro lado del mundo”, no se vean afectados por su particular condición. Sin embargo, esto no constituye necesariamente un problema. Los padres adoptivos no deben sentirse culpables por haber agravado la “crisis de la adolescencia” de su hijo. Los temas abordados anteriormente forman parte del desarrollo normal de un adolescente adoptado.
La situación puede ser más complicada si la familia insiste en decir que la realidad de un hijo adoptado es la misma que la de un hijo biológico. El adolescente adoptado sabe que es diferente. Se sentirá más aceptado si los padres entienden su curiosidad por sus orígenes y su confusión en cuanto a su identidad.

¿CUÁNDO HAY QUE INQUIETARSE REALMENTE Y QUÉ HACER?

Los comportamientos siguientes indican cuándo un adolescente vive con malestar su realidad de hijo adoptado:

-      Hace comentarios sobre el hecho de que no es tratado de la misma manera con respecto a los otros  hijos biológicos o que es tratado injustamente porque es adoptado.

-      Presenta nuevos problemas en el colegio, como problemas de atención.

-      De repente está preocupado por lo desconocido.

-      Desarrolla nuevos problemas con sus compañeros.

-      Se cierra en el plano emocional y rehúye compartir sus sentimientos.

Si el clima familiar está basado en una comunicación abierta, es posible solucionarlos sin ayuda exterior. Podéis aprender por medio de la lectura o de la asistencia a talleres. Podéis convertiros en miembros de un grupo de apoyo o de una asociación de padres adoptivos.

Por el contrario, los padres que no se hayan sentido cómodos para hablar sobre estas cuestiones con su hijo en el pasado, encuentran difícil establecer un diálogo al inicio de la adolescencia. A pesar de esto, corresponde a los padres hacer los esfuerzos necesarios para iniciar el diálogo.

Como para cualquier adolescente, los padres deberían solicitar ayuda profesional si observan los siguientes comportamientos:

-      Abuso de droga o alcohol.

-      Un descenso brusco de los resultados escolares o un aumento importante de absentismo.

-      Separación de la familia o del círculo de amigos.

-      Una toma exagerada de riesgos.

-      Tendencias suicidas.

El hecho de que los padres adoptivos reconozcan abiertamente la validez de las preguntas planteadas sobre la adopción, mejora las probabilidades de que la consulta sea eficaz. Los padres que no se sienten amenazados y que aceptan que el adolescente posee dos “juegos” de padres tienen más probabilidad de instaurar un clima positivo para su hijo adolescente. El mantenimiento del secreto consume inútilmente una gran cantidad de energía.

CONCLUSIÓN

La adolescencia puede ser un período confuso para ciertos jóvenes. Aquellos que han sido adoptados tienen necesidades particulares en términos de formación de su identidad y de equilibrio entre su necesidad de encuadramiento y de libertad. En su formación tienen que hacer frente a sentimientos de rechazo y de abandono y necesitan reapropiarse de sus raíces.

Los padres abiertos y comprensivos, que no se sienten cuestionados por las preguntas de su hijo adolescente, pueden ayudarle mucho a encontrar su camino. Con su ayuda, los adolescentes adoptados pueden atravesar esta etapa crucial de su vida tan bien como los adolescentes que no han sido adoptados. Pueden forjar lazos familiares tan fuertes que continuarán nutriendo sus relaciones futuras”.

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