sábado, 31 de agosto de 2013

NECESIDADES DE QUIENES SON ADOPTADOS. Parte I

Se debe recordar que un niño o una niña adoptados son, ante todo, un niño o una niña. Por tanto, la mayor parte de sus necesidades  son las mismas que las de cualquier otro niño o niña. Aunque sea de forma muy esquemática, no está de más recordar que las necesidades infantiles fundamentales tienen que ver con:

ü  Cuidados físicos, alimentación, atención a la salud.

ü  Protección ante cualquier forma de maltrato, sea por acción (por ejemplo, maltrato físico) o por omisión (negligencia, abandono, descuido).

ü  Afecto incondicional, con vinculación segura y estable a la persona que lo cuida, protege, dan cariño, acompaña y estimula.

ü  Estimulación adecuada a la edad que permitan un buen desarrollo de capacidades como la inteligencia y el lenguaje.

ü  Pautas educativas y de disciplina basadas en el diálogo y el ejemplo que ayuden a desarrollar valores sobre lo que es aceptable y no aceptable.

ü  Hacerse miembros de grupos más amplios (escuela, amigos…) y relacionarse con ellos de forma positiva.

ü  Recibir respaldo y ayuda cuando surjan problemas y dificultades.

Ser padres y madres adoptivos es ser padres y madres como los demás, pero con algunas exigencias adicionales. En la misma línea de razonamiento, ser un niño o una niña adoptada es ser un niño o una niña como los demás, pero con algunas necesidades adicionales. De manera que a lista de necesidades anteriores hay que añadir unas cuantas necesidades específicas de quienes son adoptados, que podemos dividir en tres grupos fundamentales:

ü  Necesidades relacionadas con el pasado (privación, adversidad, separación).

ü  Necesidades relacionadas con la vinculación, la adaptación y la integración.

ü  Necesidades relacionadas con la identidad adoptiva.

A continuación vamos a analizar cada una de estas necesidades y más adelante veremos cuáles son las capacidades que los padres adoptivos tienen que poner en acción para responder a esas necesidades.

1.  Necesidades de los adoptados relacionadas con el pasado

Una de las diferencias fundamentales entre las personas adoptadas y quienes no lo son, es que las primeras tienen un cierto pasado antes de incorporarse a su nueva familia. Y a la condición de adoptable se llega porque en ese pasado ha habido circunstancias adversas que han obligado a tomar la radical decisión de separar al niño o a la niña de sus progenitores y de su ambiente.

Como mínimo, todo adoptado tiene un pasado genético y prenatal. Lógicamente, circunstancias como el abuso de alcohol u otras drogas durante la gestación, la falta de una adecuada alimentación o de controles sanitarios son claros factores de riesgo. Estas circunstancias son muy variables de unos casos a otros y se traducirán en que por ejemplo, al nacer unos niños serán más pequeños o más vulnerables que otros. Salvo en casos extremos, los problemas derivados de una gestación en malas circunstancias podrán luego superarse si las condiciones postnatales son favorables.

Algo parecido ocurre con las experiencias posteriores al nacimiento, respecto a las cuales la variabilidad de unos niños a otros es extraordinaria. Las experiencias de vida familiar que pueden haber tenido son muy variadas. En cualquier caso, se da una separación respecto a las personas y el entorno que había sido de referencia inicial.

Por otra parte, la importancia de estas experiencias (especialmente cuando hay algún tipo de maltrato implicado) se acentúa por el hecho de que ocurren durante los primeros años, que se consideran de gran importancia para el desarrollo futuro. Si las personas que deberían cuidar, querer, proteger y estimular lo que hacen es descuidar y maltratar, algo fundamental en los cimientos del desarrollo personal está viéndose afectado.

Tras su separación de la familia en que nacieron y en que tal vez crecieron durante años, la mayoría de niños pasan por instituciones.

Como resultado de toda esta serie de adversidades previas, son muchos los niños y niñas que llegan a su familia con retrasos y problemas. Quizá como consecuencia de que las circunstancias han sido más o menos adversas, o tal vez como consecuencia de las diferencias entre unos niños y otros en resistencia a la adversidad, lo cierto es que unos llegan sin retrasos y problemas a su nueva familias; aunque la mayor parte llega con algunos retrasos y problemas, que en algunos casos son poco significativos y en otros muy significativos. De haberlos, esos retrasos pueden afectar a algunas de las siguientes áreas:

-      Salud y desarrollo físico: algunos niños llegan a sus nuevas familias con algunas enfermedades (por ejemplo, respiratorias o parasitarias) y retrasos en el desarrollo físico (algo más bajos de lo que correspondería para su edad, por ejemplo), mientras que otros no presentan problemas apreciables en estos ámbitos.

-      Salud emocional: algunos niños han tenido la experiencia del amor y la protección por parte de alguien y durante un tiempo significativo, pero no son pocos los que han tenido la experiencia de afectos inseguros o desorganizados y caóticos (por ejemplo, la misma persona que un día cuida y protege, otro día descuida y maltrata).

-      Desarrollo psicológico adecuado a la edad: algunos tienen el desarrollo mental que corresponde a su edad, pero son frecuentes los desfases entre la edad cronológica y la edad mental, desfases que pueden ser algo o muy significativos.

-      Problemas de comportamiento: algunos niños y niñas han desarrollado problemas de conducta tales como agresividad o hiperactividad, por ejemplo, mientras que otros no presentan especiales dificultades en este ámbito.

Una de las indudables satisfacciones y alegrías de quienes adoptan es que contribuyen activamente a superar estas dificultades de partida. Porque todas las limitaciones que se observan a la llegada van a mejorar de manera muy significativa gracias a la adopción, que va a proporcionar  a los adoptados un nuevo ambiente y unas nuevas experiencias que van a ir contracorriente de la adversidad anterior y que van a permitir orientar el crecimiento, el desarrollo y las relaciones en una dirección mucho más positiva.

En algunas facetas, o en algunos niños la recuperación será total, mientras que en otros aspectos y en otros niños la recuperación será muy significativa, aunque quizá no completa. El resultado final dependerá en parte del grado de adversidad inicial, en  parte de la capacidad de la familia adoptiva para ofrecer circunstancias favorables a la recuperación y en parte de diferencias individuales siempre presentes entre las personas.
 Lo que es seguro es que la adopción contribuirá muy activamente a dar un nuevo rumbo, más optimista y positivo, a trayectorias vitales cuyos inicios habían estado marcados por la adversidad.




Artículo extraído de “La aventura de adoptar”.

viernes, 30 de agosto de 2013

LOS ANIMALES



APRENDE CON ESTA CANCIÓN CÓMO HACEN LOS ANIMALES.

TRASTORNOS FRECUENTES EN LA ADOPCIÓN

1.     TRASTORNOS HIPERCINÉTICOS:

La existencia de problemas de comportamiento e hiperactividad en niños menores de 3 años post-institucionalizados, y dentro del primer año tras su adopción, no implica la existencia de un trastorno psicopatológico que pueda ser diagnosticado clínicamente como un Trastorno de Conducta y/o un Trastorno de Hiperactividad con/sin déficit de atención. De cualquier forma, es probable que si en algunos casos estos problemas persisten con el tiempo, se pueda llegar a emitir dicho diagnóstico.

En algunas series de niños con trastornos hipercinéticos, se ha observado que un 15% de estos niños son adoptados. Cada vez es más evidente que el origen de dicho trastorno sea motivado por alteración en el neurodesarrollo. Diversos estudios apuntan como causas que motivan este daño a situaciones de drogodependencias maternas, bajo nivel educacional de los padres, herencias genéticas, el abandono, el maltrato, retrasos en el desarrollo psicomotor e incidencia de radiación intrauterina.

2.    TRASTORNO DE LA VINCULACIÓN REACTIVA:

Para explicar esta reacción, es necesario explicar algunos conceptos del desarrollo psíquico infantil.

¿Qué es la vinculación? Es un lazo afectivo fuerte y duradero que establece el niño con la figura de apego (normalmente, la madre). El afecto es la piedra angular del desarrollo humano, esencial para el funcionamiento  estable de un niño. Sin embargo no todos logran desarrollar una vinculación con la madre satisfactoriamente. La consecuencia puede ser desde un retraso menor del desarrollo a un desorden de vinculación claramente diagnosticable.

El vínculo ha sido identificado como vital para mantener responsabilidades, para desarrollar el potencial intelectual, para la adquisición de la conciencia, para desarrollar interrelaciones entre individuos, para establecer su identidad y amor propio, para regular sentimientos y para el desarrollo de la lengua.

La vinculación normal en las diferentes edades:

-      De 2 a 6 meses de edad, aparecen signos de vinculación con la madre. Durante este período, surge interés por su madre, creando ruidos de felicidad en su presencia. Al sexto mes, un niño muestra una gama de emociones y es sensible a la presencia materna.

-      A los 6 ó 7 meses de edad, el niño comienza a experimentar la ansiedad del extraño. Paradójicamente, esta ansiedad pone en evidencia la fuerza de la vinculación con su madre. Este vínculo materno supone ver a todas las demás personas como extrañas. La conducta normal es de desagrado ente la presencia de desconocidos y una constante comprobación de la cercanía de la madre.

-      El período entre los 10 a 18 meses comprende la tarea fundamental del desarrollo y de la exploración del entorno. La vinculación materna ayuda a explorar el mundo. El niño de manera natural comienza a multiplicar las vinculaciones. A pesar de estos descubrimientos emocionales, el niño siempre se girará a la madre cuando se hace daño, está cansado o enfermo, una indicación de que el vínculo materno predomina.

-      Los componentes básicos finales de la vinculación ocurren entre los 24 y 36 meses.

Sin embargo no todos los niños logran estos pasos de forma satisfactoria. En estos casos pueden aparecer desde pequeños retrasos del desarrollo a un desorden de vinculación diagnosticable.

Estas carencias pueden ser subsanadas posteriormente en gran número de niños.

3.    TRASTORNO DEL VÍNCULO:

Es la reacción ante acontecimientos desafortunados sucedidos en edades muy tempranas, que pueden incluir la negligencia o el abuso, que lleva al niño a una incapacidad para la vinculación y como consecuencia para el normal desarrollo de las relaciones sociales
.
Esta explicación podrá ser simple pero es muy clara: en los dos primeros años de vida, los niños tienen ciclos de vinculación sanos. Un primer ciclo sano puede ser este:

El niño tiene una necesidad que se expresa llorando. La madre calma al niño y le proporciona esa necesidad. Esta situación se repite una y otra vez, creándose una situación de confianza hacia la madre, porque sus necesidades son satisfechas de manera coherente. Entonces su desarrollo será normal.

En un ciclo desequilibrado vemos que el bebé llora, pero la necesidad no puede ser satisfecha por la madre, o la necesidad es proporcionada por diferente cuidador que no armoniza con el bebé e incluso en ocasiones esta necesidad es respondida con un golpe (maltrato físico).

En cualquier caso las necesidades del bebé no son satisfechas, por negligencia o por maltrato. El bebé, en vez de experimentar confianza y crear ciclos de vinculación sanos aprende que el mundo es un lugar inseguro, que debe tener cuidado de él y que no puede confiar en nadie para calmar sus necesidades.

Aprende que no puede depender de adultos. En vez de desarrollar seguridad, desarrolla rabia, desorden y miedo. Si el niño realiza ciclos de vinculación normales, será capaz de aprender a aceptar límites sobre su comportamiento. El niño aprende a confiar, a conocer la reciprocidad, a regular sus emociones, a desarrollar la conciencia, la estima, el cariño y los inicios del pensamiento lógico.

4.    PSICOPATOLOGÍA DEL VÍNCULO:

Sucede cuando el niño no tiene oportunidad para establecer ninguna vinculación a otras personas a causa de abusos o larga institucionalización.

Signos generales (según Landy, 2002):

-      Conductas impredecibles.
-      Conductas de intimidación o ser víctima de esa conducta.
-      Pocas habilidades sociales.
-      Conductas agresivas hacia otros niños.
-      Baja tolerancia a la frustración y bajo autocontrol.
-      Muy desorganizado y desorientado para resolver problemas.
-      Peleas tanto cuando está con los padres como sin ellos.
-      Conductas contradictorias.
-      Miedos, ansiedad generalizada y tristeza.
-      Signos de disociación o mirada fija sin prestar atención a lo que sucede.
-      Escasa capacidad y rapidez de respuesta a los cambios de las situaciones.
-      Falta de habilidades para la solución de problemas y en habilidades para pedir ayuda; se siente molesto con facilidad en estas situaciones.
-      Falta de empatía hacia los demás y tendencias sociopáticas.
-      Dificultad para hacer amigos o confiar en los demás.
-      Rabietas frecuentes y dificultad en la regulación de las emociones.
-      Escaso placer en las emociones o manifestación de malestar como reacción a los acontecimientos que suceden.
-      Muy demandante.
-      Problemas en la alimentación.
-      Contacto ocular pobre, no mira a los ojos.

Los niños con desorden de vínculo reactivo ven el mundo de manera diferente que los demás. Aprendieron en aquellos primeros meses o años que ellos no podían confiar en los adultos. En algunos casos, se dieron cuenta que los adultos se despreocupaban de ellos, les rechazaban, eran violentos, no fiables, insensibles, o ausentes. A su nueva familia la entenderán con la misma desconfianza que sienten por todos los adultos. No entienden el amor que sus padres les proporcionan, recuerden que tienen que aprender el cariño.

5.    TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS DE LA VINCULACIÓN:


Para resolver estos problemas necesitaremos la ayuda de un profesional: psicólogos expertos en trastornos de vínculos. El tratamiento se centrará en la intervención sobre la relación padres-niño y en el niño.



Artículo extraído de "La salud en la adopción".

jueves, 29 de agosto de 2013

ACTUACIÓN DE LAS FAMILIAS PARA FACILITAR LA INTEGRACIÓN DEL NIÑO ADOPTADO

Todos los niños necesitan una familia estable y segura, con la que vivir experiencias sanas. En las familias adoptantes, es frecuente el desaliento en las primeras etapas por no obtener respuesta al cariño depositado en el menor o incluso encontrar rechazo. Esto es debido a que el niño ha estado privado de afecto maternal, lo que evita la creación de adecuadas experiencias afectivo-sensoriales en el niño e incluso provoca reacciones defensivas en el mismo.

La mayoría de estos niños no ha recibido estímulos afectivos y por ello no los reconocen: no saben querer porque nadie les ha querido antes.

El conseguir cariño de un niño adoptado es un proceso que requiere paciencia, no es un hecho inmediato. En muchos de estos niños ocurre que no asimilan una situación afectiva debido a que nunca antes la habían recibido o porque su área cognoscitiva no la percibe con claridad. El cariño en el niño adoptado es un proceso que tiene que desarrollarse y no una presencia inmediata.

En niños adoptados de más edad a esto se unirá una carencia de experiencias educativas. Es probable que hayan tenido que explorar su mundo de orfanato “solos”, aprendiendo un lenguaje distinto (jerga), viviendo con mala alimentación y falta de higiene, en algunos casos. Que no haya existido control por parte de nadie, y cuando aparecía la disciplina, podía ser ruda o inquietante. Así, se va formando una “jerarquía de valores institucionales”, desarrollándose conductas de supervivencia (sobrevive el más fuerte).
En estas situaciones, las familias tienen que aumentar su dosis de paciencia y de tolerancia. Un método de éxito seguro es la terapia del juego, que ayuda al desarrollo mediante actividades lúdicas realizadas en familia. Esto permite al niño crear una red de seguridad y conexión que le abrirá a una nueva vida social.

Por otro lado, la familia no debe permitir ser manipulada por el niño para conseguir sus caprichos o necesidades, ni tampoco perder la paciencia y hacer uso de la agresividad siguiendo patrones de comportamiento de “cuidador de orfanato”.

A continuación se detallan unas pautas de comportamiento recomendadas por el neuropsicólogo Ronald Federici para niños que han estado institucionalizados y que son mayores de 3 años:

-      Los padres no deben fijarse ninguna meta con la recuperación. Deben mantener la tranquilidad y ser prácticos. Algunas recuperaciones pueden durar años.

-      No es bueno al principio demasiadas estimulaciones. Con el tiempo la familia puede exponerle a cosas nuevas, pero solo por sus padres y de manera gradual. Una abundancia de juguetes puede ser perjudicial. El cuarto del niño debería ser sumamente básico. Recuerde que le enfrenta a experiencias que nunca ha tenido.

-      Las reuniones con mucha gente al principio pueden abrumar al niño. Recuerde que ha vivido con mucha austeridad.

-      El niño institucionalizado está acostumbrado a una rutina muy rígida. Debe mantener las rutinas en las comidas, al acostarse, en las actividades y en la atención a los padres. En caso contrario, el niño se hará arbitrario y confuso debido a su inhabilidad para tratar todo lo que su nueva vida le ofrece.

-      Si el niño tiene otra lengua, faciliten el cambio al nuevo idioma. El niño aprenderá pronto el segundo idioma, pero se sentirá más cómodo si los padres comunican órdenes básicas en su lengua materna.

-      Evite la aparición de los niños recién llegados a sitios de mucha estimulación como centros comerciales o parques de atracciones. Las familias que han llevado a sus hijos a estos sitios antes de tiempo, por lo general lo lamentan después. Es difícil hacerse con ellos.

-      Enviar al niño inmediatamente a la escuela puede ocasionar algunos problemas. La introducción en la socialización debe ser gradual. Como niño que ha estado institucionalizado jugará y se socializará de la misma manera que lo hacía en el orfanato, con juegos agresivos y de aislamiento.



 Artículo extraído de “La salud en la adopción”

LA RATITA PRESUMIDA



AQUÍ OS DEJO EL CUENTO DE LA RATITA PRESUMIDA EN GUIÑOL, ADEMÁS DE SER UN CUENTO MUY BONITO IREMOS EDUCANDO A NUESTROS HIJOS EN EL GUSTO POR LAS ARTES ESCÉNICAS. ESPERO QUE OS GUSTE.

miércoles, 28 de agosto de 2013

¿QUÉ PROBLEMAS ESPECÍFICOS PODRÍA ESPERAR VER EN NIÑOS MALTRATADOS, CON PROBLEMAS DE APEGO?

Cada niño es un mundo, por eso los problemas pueden variar dependiendo de la naturaleza, intensidad, duración y el momento en que ocurrió la negligencia o el maltrato. Algunos niños evidencian problemas profundos y obvios, mientras que los problemas de otros podrían ser tan leves que sería posible no darse cuenta de que están relacionados con problemas sufridos en su infancia. A veces estos niños parece no estar afectados por sus experiencias. Sin embargo, es importante que recuerdes que éstos se han visto expuestos a cosas terribles.
Existen ciertas señales que los clínicos experimentados consideran al trabajar con estos niños:

-       Retraso en el desarrollo: El vínculo entre un niño pequeño y sus cuidadores provee el mayor vehículo para su desarrollo físico, emocional y cognoscitivo. Es en este contexto primario que el niño aprende el lenguaje, las conductas sociales, y un sinnúmero de otras conductas claves necesarias para un desarrollo saludable. La falta de experiencias consistentes y enriquecedoras en la niñez temprana, puede tener como consecuencia retrasos en el desarrollo motor, del lenguaje, social y cognoscitivo del niño.

-       Hábitos Alimenticios: Los hábitos alimenticios extraños son comunes. Tu hijo podría acaparar comida, esconderla en sus cuarto, comer como si no fuese a haber más comida, aún cuando lleve años disponiendo de alimentos. Podría rumiar los alimentos (vomitar), tener problemas al tragar y, más tarde en la vida manifestar hábitos alimenticios extraños que a menudo son mal diagnosticados como anorexia nervosa.

-       Conductas calmantes: Para calmarse, estos niños emplean conductas muy primitivas e inmaduras. Podrían morderse, golpearse la cabeza, mecerse, cantarse, arañarse o cortarse. Estos síntomas aumentan en momentos en que sienten angustiados o amenazados.

-       Funcionamiento emocional: Pueden presentar una gama de problemas emocionales, incluyendo síntomas de depresión y ansiedad. Una de estas conductas comunes es el apego “indiscriminado”. Todos los niños buscan sentirse seguros. Si tenemos en mente que el apego es importante para la supervivencia, los niños pueden buscar apego (cualquier apego) para su seguridad. La gente que desconozca estos procesos, pueden pensar que estos niños abusados y maltratados son “cariñososporque abrazan a personas que les son prácticamente extraños. Los niños no desarrollan un vínculo emocional profundo con personas que apenas conocen; más bien estas conductas “afectuosas” son realmente comportamientos que buscan seguridad. Estas conductas contribuyen a la confusión del niño respecto a la intimidad y no forman parte de las interacciones sociales normales.

-       Modelo inapropiado: Los niños copian la conducta de los adultos, aún cuando ésta sea abusiva. Aprenden que ésta es la forma “correcta” de interactuar con otros. Esto les suele causar problemas en sus interacciones sociales con adultos y otros niños. Por ejemplo, niños que han sido abusados sexualmente, pueden estar en mayor riesgo de ser nuevamente abusados o pueden convertirse en ofensores sexuales, cuando sean adultos.

-       Agresión: Uno de los mayores problemas con estos niños es la agresión y la crueldad. Esto se relaciona a dos de los problemas principales en los niños que sufren negligencias:

Falta de empatía

Bajo control de impulsos.

La habilidad de poder  entender” emocionalmente el impacto de nuestra conducta en 
otros, no funciona en estos niños: no entienden o no perciben lo que otros sienten cuando ellos hacen o dicen cosas hirientes. De hecho, a menudo estos niños sienten la urgencia de pegar y herir a otros (más débiles que ellos). Lastimarán animalitos, a  niños más pequeños, a sus padres o a sus hermanos. Uno de los elementos más preocupantes de estas agresiones es que, muy a menudo, están acompañadas por una fría y despegada falta de empatía. Al ser confrontados con su conducta cruel y agresiva, estos niños podrían mostrar arrepentimiento (una respuesta intelectual), pero no remordimiento (una respuesta emocional).

¿Cómo puedo ayudar?

Los padres pueden marcar la diferencia en la vida de los niños maltratados. A continuación se sugieren algunas formas en que se puede ayudar:

-       Mucho cariño: Estos niños necesitan que los cojan, que los mezan y abracen. Con niños que tengan problemas de apego, hay que ser cariñoso. Ser consciente de que, para muchos de ellos, en el pasado el contacto había  estado asociado al dolor, tortura o abuso sexual. En estos casos, vigila cuidadosamente su repuesta y estate en sintonía con su reacción a los cuidados y actúando de acuerdo a ello.

-       Entender su conducta antes de castigarlos o de aplicarles las consecuencias: Mientras más se pueda aprender sobre los problemas de apego, la vinculación, el desarrollo normal y anormal, más capacitado se está para desarrollar intervenciones conductuales y sociales que sean realmente útiles. Tener información sobre estos problemas puede evitar que se malinterprete la conducta del niño. Cuando estos niños, por ejemplo, acaparan alimentos no debe entenderse que están “robando”, sino un resultado común y predecible de haber sido privado de alimentos en su niñez. Un enfoque punitivo a esta situación (como a muchas otras) no ayudará a madurar al niño.                                                                                                                          El castigo puede aumentar en el niño el sentido de inseguridad, angustia y necesidad de acaparar alimentos. Son muchas las conductas de estos niños que resultan confusas y perturbadoras a sus cuidadores. Si la situación te supera pide ayuda profesional.

-       Hacer el papel de padres de acuerdo a su edad emocional: Frecuentemente en los niños que han sufrido maltrato y negligencia se encuentran retrasados social y emocional. Siempre que se sientan frustrados o asustados, tendrán una regresión. Esto quiere decir, que un niño de diez años puede, en un momento dado, actuar emocionalmente como uno de dos. A pesar de nuestro deseo e insistencia de que se comporten de acuerdo a su edad, no pueden hacerlo. Estos son los momentos en que debemos interactuar con ellos a su nivel emocional. Si está llorando, frustrado, abrumado (edad emocional de dos años), trátalo como si tuviese esa edad. Interactuando con él para tranquilizarlo, en formas no-verbales. Gógelo. Mécelo. Cántale suavemente. Éste no es el momento de utilizar razonamientos verbales complejos sobre las consecuencias de su conducta inapropiada.

-        Ser consistente, predecible y repetitivo: Los niños maltratados, con problemas de apego, son muy sensibles a los cambios en las rutinas, a las sorpresas, y,  en general, a cualquier nueva situación. Se sentirán abrumados por situaciones complicadas y especiales, aunque sean agradables. Las fiestas de cumpleaños, el quedarse a dormir fuera de la casa, las festividades, los viajes familiares, el comienzo o terminación del año escolar, todos pueden resultarle desorganizadores. Debido a esto, cualquier esfuerzo que pueda hacerse para ser consistente, predecible y repetitivo, será sumamente importante para que estos niños se sientan a salvo y seguros. Cuando se sienten así, entonces pueden beneficiarse de las experiencias emocionales y sociales enriquecedoras que le brindes. Si se sienten ansiosos y asustados, no podrán beneficiarse de la misma forma de tus cuidados.

-       Enséñale conductas sociales apropiadas: Muchos niños que han sufrido abuso y negligencia, simplemente no saben cómo interactuar con otras personas. Una de las mejores formas de enseñarle es modelarle con tu propia conducta y luego cuéntale lo que estás haciendo y por qué. Conviértete en un narrador de jugada a jugada: “Voy al fregadero a lavarme las manos antes de comer porque…” o “Ahora cojo el jabón y me enjabono las manos y…” Los niños ven, escuchan e imitan.                                                                                                         Además de modelarles, también puedes enseñarles a jugar con otros niños.  Sigue un enfoque semejante al de narrar las jugadas: Bueno, cuando le quitas eso a otra persona, lo más probable es que se sienta muy molesto, así que si tú quieres que se diviertan cuando jueguesa  este juego…”.                                                                                                                                     Al poder jugar mejor con otros niños, desarrollarán una mejor autoestima y confianza. Con el tiempo, el tener éxito con otros niños le permitirá ser menos torpe y agresivo socialmente. A menudo los niños maltratados son un desastredebido a su retraso. Si el niño esta molesto por su ropa o porque no está aseado, sería útil tener alguna ropa de muda y mejorar su higiene.                                                                                                                                        Una de las áreas en que estos niños tienen problemas, esta en moderar su contacto físico. No saben cuando abrazar, cuando pararse, cuándo mantener o romper el contacto visual, cuándo es apropiado hurgarse la nariz, tocarse los genitales o llevar a cabo otras actividades de aseo. Irónicamente, los niños con problemas de apego, muy a menudo iniciarán un contacto físico (abrazos, cogerle la mano, subirse a la falda) con extraños. Muchos adultos pueden malinterpretar esto como una conducta afectiva. No lo es, esta actitud es una conducta “suplicante”, que es socialmente inapropiada. La forma en que los adultos manejen este contacto físico inapropiado es muy importante. No debemos rehusar abrazar al niño y darle un sermón sobre su “conducta inapropiada. En vez de eso, podemos,con delicadeza, dirigirlo a interactuar en forma diferente con adultos y otros niños. (¿Por qué mejor no te sientas aquí?). Es importante que estas lecciones sean claras, utilizando las menos palabras posibles. No tienen que ser directivas (confía en las señales no verbales). Es también importante explicar las cosas de tal forma que el niño no se sienta mal o culpable

-       Escúchale y habla con él: Una de las cosas más agradables que podemos hacer es simplemente detenernos, sentarnos, escuchar y jugar con el niño. Cuando te mantienes callado e interactúas con él, te darás cuenta que comienza a mostrarte y a contarte lo que realmente tienen por dentro. Sin embargo, aunque suene tan sencillo, ésta es una de las cosas más difíciles de hacer para un adulto, detenerse. Dejar de preocuparse del tiempo o la próxima tarea, y realmente relajarse en ese momento con el niño. Conviene practicarlo, sorprenderán los resultados. El niño percibirá que estamos ahí sólo para él. Sentirá lo importante es para nosotros. Es en momentos como éstos, como mejor se puede llegar a ellos, es una gran ocasión para empezar a enseñarle sobre los “distintossentimientos que puede experimentar. No importa la actividad, es importante incluir los siguientes principios:

Sentir todos los sentimientos (tristeza, alegría o enfado: añadiremos emociones cuánto más mayor sea el niño).

Enseñar formas saludables de actuar cuando esté tristes, alegre o enfadado.

Comenzar a explorar cómo se pueden sentir otras personas y la forma en que expresan sus sentimientos - "¿Cómo crees tú que se siente Juan cuando lo empujas?

Cuando se perciba que el niño está claramente alegre, triste, o enfadao, pregúntale qué están sintiendo. Ayúdale a ponerle palabras y a etiquetar estos sentimientos.

-       Tenga expectativas realistas: estos niños tienen mucho que superar; y algunos, tardarán más que otros en superar sus problemas. Las expectativas que tenga de una niñita rumana, huérfana, adoptada a la edad de cinco años, después de haber vivido sus primeros años sin ningún nutrimento emocional, deberán ser limitadas. A ella se le robó algo, aunque no todo, de su potencial. Nosotros no sabemos cómo predecir el potencial del vacío, pero sí podemos medir las fortalezas y debilidades emocionales, conductuales, sociales y físicas de un niño. Una evaluación detallada realizada por un psicólogo podrá ser de gran ayuda para comenzar a definir las áreas de habilidades del niño y aquellas áreas donde el progreso podría ser más lento. Hay que ser paciente con el progreso del niño y con uno mismo: El progreso será lento, y a veces puede ser frustrante ya que muchospadres sienten que todo el amor, tiempo y esfuerzos que han dedicado al niño no paree tener ningún efecto. Pero sí lo tiene.

Cuidarse también uno mismo: Si te sientes agotado, no podrás ofrecer el cuidado consistente y enriquecedor que tu hijo necesita. Asegúrate de descansar y buscar ayuda. Es necesario contar con algún momento de respiro. Recurre a tus amigos, familia y recursos de la comunidad. La realidad es que no podrás cuidar a tu niño si te sientes exhausto, deprimido, enfafado, abrumado o resentido.