domingo, 16 de junio de 2013

LAS 12 CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO ADOPTADO (Cuarta parte)


10.      La no-permanencia de las cosas

“ Todos los seres humanos prevén el futuro a partir de la realidad de su pasado. Por ejemplo un hombre o una mujer que se han equivocado en numerosos enamoramientos tendrán mucha dificultad para crecer en el amor y en el compromiso sincero. Una persona mayor, que vivió la gran depresión de los años 30, guardará siempre una parte del dinero debajo de su colchón antes de depositar su dinero en el banco, etc. En el momento de su adopción, el niño ha vivido al menos en dos lugares (a veces en muchos más): con su madre biológica y a continuación en su medio sustituto. En su corta vida se habituó, al menos, a ser arrancado de dos lugares. ¡Y ahora está en un tercero! Si el pasado es garantía del futuro, ¡pensará que éste es sólo temporal como las otras veces! Hay, pues, un desfase enorme entre el compromiso y la certeza del padre- que está totalmente convencido que el niño se quedará para “siempre” con él-, y la percepción del niño, que espera, con gran probabilidad, ¡volver a partir pronto o algún día!
También despista mucho a los padres que, por ejemplo, el niño pida cada día, sin parar, si ellos le quieren o si está exageradamente aterrorizado cuando le riñen, aunque sea por una pequeña falta. Eso hace que sea también muy ansiosos ante todos los cambios: traslados, cambio de habitación, separación de los padres, etc.
Es necesario, pues, meterse constantemente dentro de su piel y entender que nada es permanente para ellos. Es necesario repetir nuestro amor incondicional, diferenciar entre un comportamiento que no queremos y el que queremos, a pesar de sus pequeños desvíos de conducta. Es necesario tener una gran estabilidad en nuestros hábitos, en el modo de cuidarles, los colegios, las casas, etc.

11.    La fragilidad de sus necesidades primarias

No es necesario desesperarse por ciertos comportamientos que perduran en caso de los niños. Son simplemente la señal de la amplitud de sus heridas invisibles. Ciertos padres se asombran de que un niño de 10 años adoptado a los 18 meses a veces aún esconda la comida. Es sólo la dolorosa confirmación de que tuvo mucha hambre. En lugar de que lo haga a escondidas y con vergüenza, ¿por qué no ofrecerle tener siempre una barra blanda en un cajón de la habitación, por ejemplo? ¡Así le acogen en su necesidad y evitan también los malos olores y las sorpresas!.

12.  El instinto del pequeño salmón

         Las preguntas y la comprensión de los orígenes varían según la edad emotiva y mental del niño y después del adulto. Esta búsqueda no tiene la misma importancia y significación para todos. Una prueba, es que, la mayoría de los adoptados en  Quebec (Canadá) no solicitan buscar sus orígenes aún cuando desde 1984 la ley lo permite.
      Sin embargo, para algunos, esta necesidad de saber se convierte en una búsqueda con un significado enorme. Como el salmón, están dispuestos a romperse las aletas contra las rocas y agotar su energía vital para obtener una respuesta a este instinto de retorno a sus  orígenes. Esta necesidad es a menudo interpretada por los padres como una desaprobación de la relación adoptiva, como un fracaso del amor mutuo. Los padres piensan erróneamente que no le han amado bastante, que no repararon suficientemente el pasado, que van a perder alguna cosa especial con su hijo si le dejan o le animan a volver a su país. Algunos padres también quieren evitar un sufrimiento a su hijo, que se decepcione si no encuentra las respuestas o el objeto de su deseo.
    Es necesario, como padres, prepararse mentalmente a aceptar esta etapa. La mejor manera es ordenar nuestros contenciosos y nuestra “lógica privada” con los padres biológicos de nuestros hijos. Si consideramos a los padres biológicos como personas que forman parte de nuestras vidas, que han sido y aún son personas significativas para nuestros hijos, no evitaremos el despertar del instinto “del pequeño salmón” y lo viviremos de una manera mucho más constructiva. Una negación de la legitimidad de esta búsqueda puede verdaderamente poner en peligro la calidad de la relación padre/madre-hijo. En cambio, una apretura sincera no puede más que enriquecerla”.

Michelle Bernier y Johanne Lemieux
Traducido y adptado por F. Llimós y postadopcion.org

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