sábado, 15 de junio de 2013

LAS 12 CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO ADOPTADO (Tercera parte)


7.     Las fases de la regresión

“Porque muy a menudo se han debilitado en sus necesidades fundamentales (pirámide de Maslow), los niños adoptados tienen unas fases donde parece que repentinamente pierden lo adquirido.
En situaciones de estrés o de cambios, vuelven a orinarse en su cama (después de un traslado, por ejemplo). Vuelven a tener crisis de inseguridad espantosas después de una estancia en el hospital. Olvidan cómo escribir aunque estén en segundo curso debido a la llegada de otro niño a la familia.
   Esto puede desanimar a los padres que han puesto tanto esfuerzo para ayudar al niño a adaptarse. Los padres pueden preguntarse si han fallado, si lo que ellos han hecho no ha servido para nada, etc. Generalmente, estas fases de regresión son un paso atrás para tomar impulso con el fin de “saltar” más lejos. Pero es necesario descifrarlas, comprenderlas y no dejarse abatir.

(PIRAMIDE DE MASLOW)

8.    El seductor o el indiferente

Los niños adoptados son a menudo niños muy encantadores, ¡incluso seductores! Saben qué hacer y qué decir para ablandar y seducir a los adultos. Podemos suponer que ellos reproducen en el presente una fórmula ganadora para ellos en el pasado. Así obtuvieron la atención mínima necesaria de parte de sus cuidadores, por ejemplo.
     Por el contrario, estos comportamientos pueden ser a veces muy superficiales y el niño puede convertirse en completamente indiferente si el adulto quiere crear demasiado deprisa una verdadera intimidad emocional con él. Si no está dispuesto a vivir esa intimidad, rechazará al adulto o se volverá sencillamente agresivo. Esto puede despistar a un padre o a una persona próxima al niño: pide de manera encantadora que se ocupen de él y les rechaza cuando se ocupan realmente de él. Tenemos que recordar que el niño ha recibido una pequeña cucharada de afecto cada día antes de su adopción, y puede sentirse agobiado o simplemente ahogado si le ofrecemos una inmensa jarra de una vez.

9.  El miedo exagerado al rechazo y el abandono

Una cosa es cierta: la gran mayoría de los adoptados, los grandes y los pequeños, tienen una sensibilidad extrema ante todas las situaciones donde perciben una forma de rechazo o, peor, un riesgo de abandono. Los adultos adoptados muy jóvenes y que han vivido dentro de familias cariñosas nos dan pruebas constantemente de ello. Tienen sueños recurrentes donde una persona querida no llega nunca a recogerlos a la escuela, o después del trabajo, etc. Toda forma de crítica, incluso constructiva, se vive como una censura, un rechazo. Algunos tienen dificultades para confiar y son muy “independientes” en el ámbito emotivo: ¡Si no me acerco no me podrán hacer daño! Otros no llegan nunca a tener relaciones amorosas duraderas ya que, en cuanto la relación resulta muy íntima, prefieren dejarlo enseguida antes que arriesgarse a ser heridos algún día.
En los niños pequeños, esto se manifiesta por la necesidad de saber siempre a qué hora y quién vendrá a buscarles a la guardería o al colegio. O por la necesidad de insistir en que todos los miembros de la familia estén siempre juntos, en la misma habitación, en el mismo coche, etc. Esto puede durar meses o años”.



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